El testimonio de cualquier pionera es fundamental y Remedios Sansano es una de ellas. Esta ondense se convirtió a finales de la década de los sesenta en la primera mujer aparejadora de Castelló. Estudió en la Escuela de Aparejadores de Madrid y lo hizo en una época en la que las aulas estaban masificadas (entonces empezaba el auge de la construcción en España) y dominadas por los hombres. La mujer era una rara avis e incluso había quien pensaba que desprestigiaba la escuela.

«Mi padre, que tenía una fábrica de azulejos en Onda, se empeñó en que estudiara, en que fuera una mujer independiente. Y como me gustaba dibujar me decidí por esa carrera».

Tras su paso por la facultad y ya con el título debajo del brazo, Remedios se colegió en Castelló aunque le costó conseguirlo. «Recuerdo que el primer día que fui a colegiarme, el señor dell mostrador me dijo que me había equivocado, que no podía ser que yo tuviera la titulación», añade.

Madre de cuatro hijas, Remedios trabajó durante años para la administración autonómica y todavía tuvo tiempo de sacarse un máster. «Mi vida ha sido una pelea y una lucha».

Abrió camino. Mariló Salvador se convirtió en junio del 2005 en la primera mujer policía portuaria de Castelló. «Fuí la primera y los comienzos estuvieron llenos de anécdotas. La primera es que ni siquiera había uniforme para mujeres y tampoco vestuarios», recuerda.

Pese a que los inicios no fueron fáciles, Mariló recuerda que todos sus compañeros la acogieron de manera muy positiva. «Tuve momentos muy duros, pero mis compañeros en ningún momento me hicieron pensar que aquel no era mi sitio. Les estoy muy agradecida a todos», dice.

Antes de ser policía portuaria, esta grauera había trabajado como administrativa en otras empresas. «Buscaba estabilidad y decidí prepararme y opositar. Fui osada pero lo cierto es que no me arrepiento de nada. Al contrario, estoy muy orgullosa».

En el deporte también se han roto muchos techos de cristal y Marta Linares lo consiguió a base de esfuerzo y de trabajo. En 2004 se convirtió en la primera deportista de Castelló en participar en unos Juegos Olímpicos y lo hizo como miembro de la selección española de gimnasia rítmica. En Atenas el equipo español acabó en séptima posición y Marta todavía recuerda aquella experiencia. «Estar ahí es lo máximo a lo que puedes aspirar como deportista y yo tuve el honor de vivirlo en primera persona. Es un recuerdo imborrable», asegura la castellonense.

Cuando Marta Linares viajó a Atenas, la presencia de la mujer en el deporte era todavía minoritaria. «A partir de entonces empezó a aumentar y cada vez fue más importante, aunque nada comparado con lo que está ocurriendo ahora», cuenta una deportista que empezó a practicar con los aros y las pelotas con nueve años. «Mis comienzos están ligados al Club de gimansia rítmica Tramuntana de Castelló», explica. Ahora Marta reside en Madrid, donde trabaja como entrenadora personal en Puerta de Hierro y es, además, preparadora de Real Club San Fernando.