Más de 510 personas han muerto desde el inicio de la crisis del coronavirus en la Comunitat Valenciana. Tras el personal sanitario, los servicios fúnebres son los siguientes en enfrentarse a la 'primera línea' de esta guerra contra la pandemia en la que salvar vidas es primordial, pero lograr un último adiós resulta casi imposible.

Si el aumento de casos graves supone un serio problema de colapso del sistema sanitario, el incremento de muertes conlleva la saturación de las infraestructuras fúnebres de las ciudades, como pasó en Bérgamo o la semana pasada en Madrid, donde los finados se acumulan en una pista de patinaje sobre hielo ante la incapacidad de las morgues de dar cabida a los cadáveres.

"Esta situación nos crea estrés, ansiedad y muchos nervios", explica a Levante-EMV el responsable de una funeraria que opera en la Comunitat Valenciana y que prefiere mantener en el anonimato su nombre y el de su empresa. Su testimonio es el reflejo de la incertidumbre con la que cualquier profesional que trabaja de forma directa con los infectados afronta la pandemia.

"Estamos viviendo un pequeño caos, porque esta situación no la esperaba nadie", afirma al tiempo que reconoce la falta de experiencia ante estos casos "que no habían sucedido nunca". La falta de material de seguridad y la dificultad para encontrarlo en el mercado ante la enorme demanda internacional se ha convertido en su principal quebradero de cabeza para asegurar "la salud de los trabajadores, que es el principal reto estas semanas".

"Mi prioridad es evitar a toda costa contagios entre el personal", admite. Para ello, decidió adquirir algunas protecciones antes de que se decretase el estado de alarma y el virus confinase a todo el país. Aunque sus previsiones son las "justas para aguantar" y denuncia con preocupación la falta de interés de la administración.

Enfrentarse al miedo

"Todos los que nos dedicamos a esto estamos nerviosos. Aunque cumplimos a rajatabla el protocolo del Ministerio (de Sanidad), el mínimo fallo...". Este funerario valenciano hace referencia al 'Procedimiento para el manejo de cadáveres de casos de COVID-19', un documento técnico que elabora el ministerio en colaboración con la Sociedad Española de Anatomía Patológica y que está en continua revisión, según las recomendaciones de los expertos.

Cumplir con las recomendaciones exigidas por Sanidad implica un proceso más largo y delicado que el habitual, y quienes participan el deben estar "provistas de los equipos de protección individual adecuados". Para evitar un error que termine en contagio, en esta empresa cumplen "al pie de la letra" con lo estipulado pero admiten que "el problema llegará cuando se terminen los medios" de los que disponen.

"Estamos también en primera línea", reconoce este empresario pese a las dudas mostradas por Sanidad sobre la relación del gremio con cuestiones de salud pública. "Tenemos un servicio activo 24 horas, quienes hacen las guardias tienen la presión todo el rato", afirma sobre una tensión que también continúa "cuando entras en casa con tu familia".

Cansados por el volumen de trabajo y preocupados por su salud, en esta empresa no están haciendo cuentas sobre el aumento del gasto en protección de los trabajadores "porque es una prioridad" y cuando la crisis sanitaria por el SARS-CoV-2 termine podrán "analizar el impacto económico". No será lo único que aflore cuando todo termine, "saldrán los traumas y el dolor de quienes no han podido despedir a sus muertos", concluye rotundo.

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