Los garitos, casals o peñas, denominaciones por las que se conoce a los espacios de reunión y ocio habitualmente situados en bajos de muchos puntos de la provincia de Castellón, se han colocado en el punto de mira de las autoridades municipales ante la evolución de la pandemia y tras las últimas medidas decretradas por la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública que entraron en vigor hace apenas unos días.

«Nos preocupa esta situación y las consecuencias que pueda tener si las personas que se reúnen no cumplen con las medidas de prevención», comentó en esta línea la concejala de Seguridad Ciudadana de Vila-real, Silvia Gómez. Más rotunda se mostró la alcaldesa de Burriana, Maria Josep Safont, que advirtió de que no van a permitir «que comportamientos irresponsables e insolidarios pongan en peligro a toda la ciudadanía y provoquen rebrotes».

Es por ello que diversas localidades han optado ya por tomar cartas en el asunto con medidas disuasorias o más restrictivas, algunas motivadas directamente por la cercanía de las fiestas patronales, que también han debido adaptarse a la nueva normalidad o suspenderse y que se convierten año tras año en uno de los periodos con más actividad social en los garitos, tanto de los jóvenes como también de más mayores.

Restricciones de uso

Nules o Burriana han desautorizado el uso de los casals, por ahora durante las jornadas festivas, «ante los riesgos y peligros de contagio que ello puede suponer», según explicó Safont. «Un dispositivo especial de policía velará por el cumplimiento de estas medidas y en caso contrario se sancionará», señaló el munícipe de Nules y responsable de Seguridad, David García. Y es que, por ejemplo, el decreto de Burriana recoge sanciones, incluso para los espacios privados, de hasta 60.000 euros en el caso de las tipificadas como muy graves.

Otros primeros ediles han anunciado a lo largo de la última semana el cierre de forma indefinida, aunque condicionada al avance de la pandemia del coronavirus durante los próximos meses, de todos los espacios destinados a este fin. «En estos momentos difíciles por el coronavirus, en muchos casos no se puede cumplir la normativa de seguridad», incidió al respecto el alcalde de l’Alcora, Samuel Falomir.

En esta localidad, Falomir ha emitido un decreto que retiraba el amparo municipal a este tipo de uso en los 40 casals inscritos, dejando bajo responsabilidad del propietario o arrendatario las consecuencias que se deriven, ya que, a su criterio, «un garito no puede estar amparado en estos momentos por un permiso».

Vila-real ha apostado por una fórmula similar con el objetivo de «evitar situaciones de riesgo provocadas por la concentración de personas», según detalló su munícipe, José Benlloch, sobre la medida que afecta en este caso a 583 agrupaciones de la ciudad.

Mientras, en Onda se ha decretado directamente el cierre de sus 400 garitos «Es una medida dura, pero es el momento de tomar decisiones preventivas para intentar frenar la pandemia», subrayó el comisario jefe de la Policía Local, Miguel Ángel Izquierdo.

Cautela y supervisión

La cautela y la vigilancia predominan también en las localidades que todavía no han anunciado amplias restricciones. En Vilafranca han recomendado «evitar reuniones o hacerlas en grupos reducidos de gente» y no tienen por ahora constancia de grandes incidencias, tal y como explicó su alcaldesa, Silvia Colom. En cambio, en Albocàsser han limitado el horario y reducido el aforo al 75%: «Hemos creado una serie de normas y seguimos la situación junto al resto de cuerpos de seguridad», señaló la primera edila, Isabel Albalat.

Almassora centra sus esfuerzos en la zona costera, y según declaró el teniente de alcalde, Santiago Agustí, «ahora preocupan más las reuniones al aire libre, aunque seguiremos la situación y no descartamos medidas de cara a fiestas». Todo con el objetivo de evitar brotes y la expansión del virus.