Diez meses. Es el tiempo que ha transcurrido desde que entró en vigor en España el primer estado de alarma. Lo hizo al filo de la medianoche del 14 de marzo y supuso el confinamiento de toda la población en un intento por frenar el avance imparable del coronavirus. Durante aquellos primeros días, y mientras la mayoría se iba haciendo a la idea de que tendría que estar muchas semanas sin salir de casa, algunas parejas de Castellón recibían la mejor de las noticias: dentro de nueve meses se convertirían en papás. Otras no permitieron que la pandemia diera al traste con sus planes de aumentar la familia. Cuarenta semanas después, el mejor fruto de aquellas semanas tan oscuras empieza a ver la luz y en los hospitales de la provincia comienzan a nacer los primeros bebés de la pandemia. Los niños de la llamada generación covid.

Alejandro Martínez y Mª Carmen González vivieron aquellas primeras semanas de confinamiento con el corazón en puño. Ella, técnico de farmacia, se acababa de enterar que estaba embarazada y no tuvo más remedio que cogerse la baja laboral. «Era personal de riesgo, así que no ha tenido más remedio que quedarse en casa», cuenta Alejandro. El pasado 2 de enero nació su hija Valeria María en el Hospital General de Castelló y, aunque por culpa del covid todo ha sido diferente, la pequeña ha llenado de alegría a la familia. «Las clases de preparación al parto fueron on line y en hospital solo pude acompañarla yo, nada de visitas», resume el padre, que se dedica a la seguridad privada.

El pequeño Jiren llegó al mundo a las siete de la mañana del pasado 1 de enero y lo hizo en el hospital comarcal de Vinaròs. Hijo de Iratxe Alberdi y Alberto Franch, fue el primer bebé del año en Castellón y, además, es un bendito. «Es muy bueno. Solo come y duerme», resume su madre que recuerda que cuando se enteró que estaba embarazada tuvo que dejar su empleo. «Trabajaba en una residencia de ancianos y lo dejé por miedo a un contagio», resume esta benicarlanda que en los últimos meses ha estado cinco veces confinada por ser contacto directo de algún positivo por covid.

Una mezcla de sensaciones

Jiren tiene otros tres hermanos (Zaida, Allan y Gonzalo) y su llegada al mundo ha llenado de alegría a la familia. «Supone una alegría total, pero las sensaciones son raras. Todavía no me he acostumbrarme al hecho de que los abuelos vienen a casa a ver al niño y no puedan tocarlo», explica Iratxe.

Gal·la ha sido el mejor regalo de reyes para Paula Sanchis y Manuel Piquer. La niña llegó al mundo en el hospital de La Plana el pasado 5 de enero y, por fin, este fin de semana sus abuelos han podido conocerla. «Mientras estuvimos en el hospital no pudieron venir a verla, así que no la conocieron por las fotos y vídeos que les mandábamos», explica Paula, una enfermera de Burriana de 31 años. La pareja tenía pensado estrenarse como padres y la pandemia no ha conseguido frustrar sus expectativas. «Hemos querido seguir adelante con nuestros planes, aunque todo este tiempo hemos limitado al máximos los contactos sociales para exponernos al menos riesgo posible», añade.

Para la mayoría de los mortales el 2020 pasará a la historia como el año del covid y el 2021 como el de las vacunas, pero para Ana Palanques y Fernando Barreda esos serán los años en los que nacieron sus hijas. En marzo de año pasado llegó al mundo Ana y el próximo abril lo hará su hermana Eva. «Nada más abrir los ojos Ana ya vio a todo el mundo con mascarilla y a la pequeña le sucederá lo mismo», cuenta esta enfermera de Artana que reconoce que, a veces, tiene altibajos. «Con una niña de 10 meses y otra en camino el día a día con tantas restricciones no es fácil. Salgo los menos posible», resume Ana que reconoce que a menudo le toca hacer de poli malo. «Hay gente que aún no es consciente de lo que pasa».

En abril también nacerá Sofía, la primera hija de Lucía Clemente y Cristian Gracia. «Es cierto que van a ser unos niños que no van a poder disfrutar tanto de las visitas de los abuelos, pero hay que seguir adelante», defiende Lucia que solo tiene palabras de elogio para el médico y la enfermera de la Jana y la matrona de Traiguera que la visitan con regularidad y de forma presencial. Como todas las embarazadas, Lucía procura salir lo menos posible. «Mi hermana vive en Barcelona y no la veo desde septiembre. Es uno de los inconvenientes, pero la ventaja es que el embarazo ahora es más relajado».

A quien le quedan días o quizás horas para dar a luz es a Paula Aguilar. Es fisioterapeuta, vive en Forcall y ya es madre de María, que a final de mes cumplirá 3 años. «El embarazo ha sido diferente. A muchas revisiones he tenido que ir sola y lo vives a medias», explica. Su marido Mario podrá asistir al nacimiento de Gonzalo. «Nos harán una PCR a los dos y el parto será con mascarilla». Cosas de la pandemia.