Los últimos tiempos han devuelto a actualidad un fenómeno que sólo parecía tener vigencia en algunas superproducciones de Hollywood: La piratería. La actividad de los bucaneros somalíes en el Índico ha hecho que sus ataques vuelvan a ocupar portadas de los periódicos e, incluso, que flotas multinacionales se movilicen para su combate.

Sin embargo, hubo un tiempo en que su presencia en la costa valenciana era mucho más amenazante. De hecho, sus asaltos sembraban de pánico estas tierras y para prevenirlos se levantaban frente al mar complejos sistemas defensivos que trataban -no pocas veces en vano- de hacer inexpugnable el litoral. De todo ello trata el reciente trabajo de Josep Antoni Lluesma Los piratas y Sagunto, editado por la Fundación Bancaixa Sagunt, en el que repasa la huella dejada por la piratería en el Camp de Morvedre.

En realidad, su historia más antigua se remonta a los orígenes de la navegación, clave en la creación y desarrollo del ibérico-romano Arse-Saguntum. Sin embargo, será en la Edad Moderna cuando los estragos causados por estos salteadores del mar dejarán sangrientos capítulos en las crónicas de la época. Una de las más importantes fue la incursión sufrida en septiembre de 1574 cuando unos 200 piratas desembarcaron en el Grau Vell y se adentraron hasta el monasterio franciscano de Sant Esperit de Gilet. La razia se saldó con éxito aunque la milicia saguntina logró capturar y ajusticiar a once de ellos. Esta fue una de las más importantes, pero no la única ni la primera.

En 1572, las memorias del notario Pere Aviñó, cuentan otro asalto que se saldó con varios muertos y el secuestro de una veintena de vecinos de Faura y Sagunt por los corsarios que irrumpieron en la costa de El Camp de Morvedre. También en 1505 se conservan testimonios escritos que evidencian el temor que existía entre los vecinos de Canet d'En Berenguer por este tipo de incursiones.

Todos estos ataques provocaron que se incrementase el sistema defensivo costero desde finales del siglo XVI del que la torre fortificada del Grau Vell es uno de los restos mejor conservados. Otros como la torre de Canet o Almardà, han desaparecido.

Dibujos del siglo XVIII

Sin embargo, de su presencia en el litoral y de sus peculiaridades sigue quedando el recuerdo de sus dibujos, planos y croquis, muchos de ellos olvidados en la Biblioteca Nacional. Precisamente, su recuperación y cuidada reproducción es una de las partes más destacadas del trajo de Lluesma. Planos que se remontan al siglo XVIII y que pertenecen a las estructuras defensivas del Grau Vell o a la torre de Canet d'En Berenguer. Dibujos que nos devuelven la memoria de aquellos tiempos en que la silueta de los barcos piratas en el horizonte era mucho más que una simple leyenda en la costa del Camp de Morvedre.