Después de cuatro días de "cruel pesadilla", una viuda de Torrent ha decidido reclamar al cementerio parroquial que realice y costee una prueba de ADN que garantice que los restos mortales que atribuyen a su marido y su padre son efectivamente de ellos. La petición se produce tras visitar el camposanto el fin de semana y descubrir que el nicho estaba abierto y vacío, como todos los de ese bloque, que se han desmantelado por ruina. En las pesquisas que la familia ha realizado, han averiguado también que en la ficha del cementerio sobre el nicho figura enterrada, además de sus dos parientes, una tercera persona que no conocen.

Los hechos arrancan del pasado sábado cuando un familiar de Amparo Pérez acudió al cementerio alertado sobre el posible desmantelamiento de los nichos de la calle Buen Consejo, donde descansaban los restos mortales del marido de la afectada -Eleuterio Descalzo, fallecido en 2002- y de su padre, Marcelino Pérez -enterrado en 1966-. Como informó Levante-EMV, las tareas de exhumación de los cuerpos para el derrumbe de los nichos comenzaron hace varias semanas. Al comprobar que el nicho estaba vacío, la familia acudió a la comisaría. A la mañana siguiente, fueron al cementerio a reclamar una explicación y, dado el amago de altercado que se produjo con los responsables y la alteración de la propia familia ante lo que creían una profanación, llamaron a la policía de nuevo.

Los responsables del cementerio explicaron que se enviaron tres notificaciones -dos de ellas certificadas- y se realizaron varias llamadas de teléfono pero, al no presentarse la familia el día que la habían convocado, se exhumaron los cadáveres y se guardaron en un almacén común. El problema es que en la base de datos de camposanto figuraba como dirección de la familia la calle Santa Teresa cuando es Santa Teresita. "Yo fui el día 31 de octubre en persona a pagar los gastos de este año y hace un mes a cambiar las flores; no pueden decir que estamos desaparecidos. Todo ha sido una falta de respeto", lamenta Amparo Pérez.

La puntilla de la historia es que en las visitas al cementerio desde el domingo para interponer una reclamación previa a ir al juzgado, han obtenido un certificado sobre el nicho 26, fila 5 -propiedad de la familia desde los años 60- que dice que allí estaba también una mujer que fue enterrada en 1935. "¿Quién es esa persona? ¿Cómo voy a fiarme de que los restos que dicen son de mis familiares? A saber qué es lo que me dan", se queja. Aunque la dirección del cementerio le ha ofrecido a Amparo Pérez un nicho para guardar los restos hasta que se construyan los nuevos como compensación por las molestias, la familia exige antes una prueba de ADN.

"Nos han hundido ahora que remontábamos"

El impacto de saber que los restos de su marido habían sido exhumados sin su consentimiento ha supuesto para Amparo Pérez "revivir todo el proceso de su muerte". "Nos han hundido ahora que comenzábamos a remontar", dice. De ahí que en la reclamación que hoy entregará al cementerio exige que se realicen pruebas de ADN, que se le adjudique un nicho definitivo "y no haya que volver a trasladarle", que "el personal del cementerio que lleva este proceso esté realmente preparado" y que se convoque una asamblea con todos los afectados "ya que hay otros casos".