La figura de Enrique Carpi ha estado marcada por la polémica prácticamente desde el primer día en que pisó el Ayuntamiento de Alberic. Y su salida del ayuntamiento fue la guinda a una carrera lastrada por los sobresaltos.

Al mismo ritmo que ganaba elecciones sus actuaciones no dejaban de generar controversia y los escándalos le acompañaron tanto en su vida pública como privada. Incluso apareció en un acto público con un ojo amoratado después de que un vecino del pueblo le agrediera. Además, su ajetreada vida privada siempre ha sido motivo de comentario en una población de poco más de diez mil habitantes.

También la sombra de presuntas irregularidades urbanísticas planeó durante años sobre la cabeza de Carpi. La oposición se hartó de denunciar supuestos tratos de favor a promotores y la fiscalía llegó a abrir una investigación por empadronamientos presuntamente irregulares promovidos por su asesor de Seguridad, quien se convirtió también en motivo de fricción incluso en las filas del Partido Popular.

Igualmente llamativa ha sido la red clientelar tejida en el consistorio y el nepotismo del que muchas veces hizo gala. Su hija fue contratada por una de las adjudicatarias de obra del ayuntamiento y la escuela de fútbol acabó reconociendo que el alcalde condicionó las subvenciones al cese como director deportivo del líder de una lista independiente.

Pese a renovar la mayoría en tres ocasiones, su llegada a la alcaldía en 2000 estuvo marcada por la celebración de una gala de personajes famosos que resultó un sonoro fracaso. Y su última etapa, en la que más escándalos acumuló, registra la incorporación al gobierno municipal con sueldo de la concejal que se presentó bajo las siglas del PSOE, Desiré García con la que incumplía el pacto antitransfuguismo.