Fiesta grande en Vinalesa
Francisco Gil Gandía
Vinalesa celebra hoy solemne conmemoración a su patrón Sant Honorat. La fiesta se conoce como Sant Honorat de Giner para distinguirla de la otra solemnidad votiva que en octubre le dedican en acción de gracias por la protección del santo obispo, ante una terrible inundación del Carraixet hacia el año 1750.
Ya sabemos que las calderas de «arrós amb fesols i naps» son famosas en toda la comarca y un referente fundamental en esta fiesta. Pero este año, tomando como pretexto la celebración, quiero hablar un poco de algo que siempre me ha preocupado y no veía con claridad hasta hace poco tiempo, gracias a la información que muy amablemente me ha proporcionado el durante muchos años director del Archivo del Reino de Valencia, D. Jesús Villamanzo Cameno, de Burgos, autor de numerosos trabajos de investigación histórica.
Concretamente se trata de la barroca portada actual del templo parroquial de Vinalesa, de hacia 1725, obra del maestro Juan Pérez Castiel y Artigues, hijo del famoso arquitecto Juan Bautista Pérez Castiel, autor de la capilla mayor de la catedral y que inicia el movimiento barroco en Valencia.
Volviendo a la portada que ahora nos interesa, los hechos ocurrieron de esta manera: el 23 de marzo de 1748 un fuerte terremoto destruyó el grandioso castillo-convento de la Orden de Montesa en la villa de este nombre, cerca de Xátiva. Esta orden militar se constituye en heredera de la extinguida orden del Temple por deseo de Jaime II de Aragón en 1319.
A los pocos años de la catástrofe, el rey Carlos III, como cabeza de las órdenes militares y poseedor de todos sus bienes, ordena la construcción del magnífico conjunto constituido por el convento e iglesia de Montesa en Valencia, llamado vulgarmente «el Temple», y ocupado actualmente por la Delegación del Gobierno; mientras la iglesia está dedicada a la pastoral universitaria.
Se da como principio de las obras el 6 de junio de 1761, consagrándose la iglesia en 1771. En esta bellísima obra trabajaron los mejores profesionales de la época, como el arquitecto Vicent Gascó y pintores como José Vergara, Gaspar de la Huerta, Filippo Fontana y otros famosos.
El P. José Ramírez, de la orden de Montesa, detalló documentalmente el proceso de ingresos y gastos de la construcción; y por él sabemos que se ocupó de vender todos los elementos viejos de casas antiguas para añadir su importe a los fondos de la nueva construcción. Por ello sabemos que el retablo de la iglesia fue vendido a la de Sueca, que el órgano a un convento de franciscanos, y que la portada de la vieja iglesia se colocó en la parroquia de Vinalesa —que es la que hoy todos contemplamos—, pudiéndose también descifrar la inscripción o acróstico (pequeño poema donde las letras iniciales de cada verso componen un nombre o un lema), que tantos dolores de cabeza nos originó al quererlo relacionar con Sant Honorat, cuya escultura del gran Octavio Vicent preside esta portada, cuando en realidad nada tiene que ver con el santo Patrón de Vinalesa.
Conociendo su procedencia, nos resulta ahora fácil su interpretación que traducido dice lo siguiente: «Santa María de Montesa, Reina de los cielos y Reina del mundo»; y acaso pudiese terminar con «Ruega por nosotros», lo que no me atrevo afirmar al no tener en este momento la inscripción ante mis ojos.
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