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El Ayuntamiento de Gandia dio ayer el paso definitivo para poder exponer, a partir del próximo mes de octubre, la colección de obras de arte religioso que, durante cinco siglos, se han depositado en el convento de Santa Clara.

En un gesto poco habitual y de indudable trascendencia cultural para la capital de la Safor, la madre abadesa, María Paz Mir, firmó el convenio de colaboración que, aun manteniendo la propiedad de esos objetos, los cede al Ayuntamiento de Gandia para que formen parte del futuro Museo de las Clarisas, que abrirá sus puertas el próximo octubre en el antiguo hospital de Sant Marc.

Junto a la abadesa, firmaron el documento el alcalde de Gandia, José Manuel Orengo, y el vicario general del Arzobispado, Vicente Fontestad, en calidad de garante para que el acuerdo sobre la cesión se cumpla en todos sus extremos.

El acuerdo es fruto de años de negociación y de la inversión llevada a cabo por el Ayuntamiento de Gandia para la restauración de algunos de esos cuadros y objetos que se encontraban en avanzado estado de deterioro. A partir de ahora se inicia la cuenta atrás para que la ciudad pueda disfrutar de la que sin duda es la colección de arte antiguo más importante de la comarca. Algunos no han dudado en señalar que también lo es en el conjunto de la Comunitat Valenciana.

Donadas por personajes ilustres, entre ellos miembros de la saga de los Borja, los muros de Santa Clara guardan obras de Ribera, Juan de Juanes, Paolo de San Leocadio, Salzillo o pintores de la escuela de Ribalta. El conjunto ha ido acumulándose en este convento desde el mismo año de 1431, cuando Violante, la hija del duque real Alfons el Vell de Gandia, lo fundó. En la larga relación de abadesas figura María Enríquez, abuela de Francisco de Borja, que contribuyó notablemente al prestigio del cenobio.

El acuerdo de Gandia contrasta con lo ocurrido en Xàtiva. Las clarisas abandonaron Xàtiva en marzo de 2001, no sin antes vaciar el Real Monasterio de Santa Clara de las obras de arte religioso que habían atesorado durante sus más de seis siglos de presencia continuada en la ciudad. Sólo dejaron el imponente cuadro Santa Cena, de Vicente López, porque no les cabía en la camioneta en la que cargaron todas las piezas. El cuadro fue restaurado para la Llum de les Imatges y ahora puede contemplarse en el San Pío V de Valencia. Años después, la orden franciscana vendió todo el convento a una constructora de Zaragoza con el respaldo del alcalde de Xàtiva, Alfonso Rus, que no encontró razones para que la ciudad se lo quedara. Esculturas, tablas, retratos, tapices, vestuario religioso, muebles y cerámicas fueron sacados del convento, así como sus archivos, para ser llevados a Canals. Desde entonces, las supuestas gestiones del equipo de gobierno de Xàtiva reclamando el retorno de todas las piezas han resultado estériles.