San Onofre "paseó" más lento que de costumbre por las calles de Quart de Poblet el pasado miércoles con motivo de la tradicional "passejà" que organizan cada año los "Amics de la Passejà" y el ayuntamiento.

Y es que los festeros tuvieron que esperar a que un avión aterrizase en Manises para poder disparar el castillo de fuegos artificiales. Es lo que tiene ser una ser un pasillo aéreo. Debido a las condiciones meteorológicas de la noche del miércoles, varios vuelos de Madrid se desviaron a Valencia; uno de ellos, tenía previsto el aterrizaje a la misma hora de los fuegos, por lo que convenía esperar por precaución, puesto que se liberaron más de 50 kilos de pólvora en la actividad.

Los organizadores se tomaron con muy buen humor el cambio de planes, y pensaron en "ir más despacito desde la ermita para ir haciendo tiempo", explica Ricard Gimeno, presidente de "Amics de la Passejà". Tan bien calcularon el paso que al final el retraso sólo fue de unos diez minutos. Ahora que, la anécdota de los aviones no fue el único contratiempo de la velada relacionado con las condiciones atmosféricas.

Los "Amics de la passejà" de Quart de Poblet no pudieron acabar el recorrido previsto, debido "al chaparrón impresionante que cayó", cuenta Gimeno. De hecho, la comitiva realizó dos tercios del camino.