Entre la congoja de haber perdido buena parte de sus posesiones y el alivio de no haber resultado heridos. Así se sentían ayer los vecinos del número 59 de la calle La Purísima de Bigastro, que habían visto unas horas antes, en la noche del lunes, cómo caía a peso el techo de la terraza sobre el cuarto piso, y como por efecto dominó se desplomaba a su vez el salón del cuarto sobre el suelo del tercero.

Afortunadamente la estructura del inmueble dio alguna pista minutos antes. Abderrahaman Eledrisi, marroquí pero español de adopción desde hace 12 años, está aún pagándole al banco su piso de la cuarta planta donde vive -o vivía- con su mujer, sus dos hijos de 14 y 11 años y su pequeña de cuatro. Ahora "todo lo que tengo está en el piso de abajo, sólo la vitrina de la televisión no se ha caído", pero aseguraba ayer que no tuvo miedo. De hecho, tras el derrumbe se sentía hasta contento: "Bajando la escalera con mis niños daba gracias a Dios porque no les pasó nada". Curiosamente ayer lo que para él tenía más valor entre los escombros eran "los papeles, el pasaporte".

Explicaba Abderrahaman que llamó a la Policía cuando la lluvia empezó a caer del techo y las paredes ("como un catarata", lo describirían después agentes a este diario). Se desplazaron policías, bomberos y técnicos municipales que en un principio ordenaron a la familia quedarse en la cocina, sin pasar al salón ("si nos pilla allí estamos muertos"), y minutos después decidieron que había que evacuar el edificio entero. Fue ya cuando las paredes crujían, minutos antes de que "rompiera el techo".