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La dirección general de Patrimonio de la Conselleria de Cultura y Deportes ha dado de alta en el registro de Bienes de Interés Cultural las la torres de telegrafía óptica pertenecientes a la línea Madrid-Valencia, ubicadas en la provincia de Valencia, y ha remitido al Ministerio de Cultura una solicitud para que sean registradas también en el Inventario General del Patrimonio Histórico. Con esta medida la administración concede la máxima protección posible a estos edificios fortificados que a mediados del siglo XIX revolucionaron la comunicación postal entre la capital y la periferia del país.

Patrimonio ha remitido también a los Ayuntamientos de Villargordo del Cabriel, Fuenterrobles, Requena, Buñol, Chiva, Godelleta y Torrent una carta en la que advierte de la prohibición de realizar obras en los edificios o en la zona de afección. Así como la realización de un plan de protección que será supervisado y aprobado por la dirección general.

Fuera de esta medida de protección han quedado los telégrafos de la línea Valencia-Barcelona, con dos torres en la provincia de Valencia (el Puig y Sagunt) y cinco en Castelló (Almenara, Castelln, Benicàssim, Santa Magdalena de Pulpis y Vinarós).

Un mensaje en 30 minutos

A pesar que pronto fue sustituida por la telegrafía eléctrica, la óptica supuso una gran revolución en su tiempo. La línea Madrid-Valencia comenzó a construirse en 1848 y un año después entró en servicio permitiendo que un mensaje legara de la primera a la última torre en 30 minutos.

La línea estaba cubierta por 30 torres. La primera en el edificio de la Aduna en la Puerta del Sol de Madrid y la última en el convento de San Francisco de Valencia, ubicado en el centro de la Plaza del Ayuntamiento, hasta que fue derribado en 1891.

Las otras nueve torres restantes en la provincia de Valencia se encuentran en los términos municipales de los Ayuntamiento citados anteriormente; a razón de una por municipio, a excepción de Requena donde se construyeron tres por las dificultades orográficas del terreno.

Todos los telégrafos tienen las mismas características. Eran de planta cuadrangular de 6,15 metros de lado en la base y dos pisos que alcanzan una altura de 8,5 metros. Están fortificadas, las paredes tienen un grosor de 95 centímetros en la base. En la terraza estaba instalado todo el complejo sistema de señales, ahora desaparecido, que se accionaba desde la segunda planta y permitía la comunicación intantánea entre una torre y otra.