El Ayuntamiento de Benaguasil, liderado por el popular Joaquín Segarra, no desiste en su empeño por sacar adelante el B-Club, la polémica obra financiada con los fondos del Plan E. A pesar de que las cuentas de la empresa pública que la gestiona demuestran unas pérdidas acumuladas de más de 43.496 euros en sus cuatro primeros meses de vida, el pleno acordó ayer aprobar una ampliación de capital de hasta 80.000 euros en un plazo de seis meses y en función de la cuenta de resultados de 2011.

El incremento de capital social, que detraerá del presupuesto municipal la cantidad estipulada, fue aprobado con la mayoría del PP y contó con los votos en contra de PSPV-PSOE y EUPV en una Junta General convocada en una sesión extraordinaria. La financiación del B-Club corrió a cuenta de los fondos del Plan E que ascendían a más de 1.136.000 euros y dispuso, además, de una ayuda de la Diputación de Valencia de otros 50.000 euros con los que acondicionó el local.

La sociedad mercantil que la gestiona, Activitats Públiques de Benaguasil y cuyo único accionista es el consistorio, arrancó por su parte con un capital social de 10.000 euros y un crédito participativo de 50.000. Las pérdidas que acumuló entre su estreno en octubre de 2010 y diciembre del mismo año alcanzó los 43.000 euros, lo que supone más de 10.000 euros al mes en un negocio que no tiene que amortizar ninguna inversión.

El alcalde de Benaguasil, Joaquín Segarra, aseguró ayer que no se trata de una inyección de capital sino de una previsión de entre el 20 y el 30 por ciento de su valor que responde al "inesperado" aumento del volumen de negocio que ha alcanzado la discoteca, que tasó en más de 100.000 euros. Y añadió que, si el club necesitara dinero, utilizaría los 33.000 euros que todavía restan del crédito participativo inicial.

El PSPV lo tilda de "salvajada"

Por su parte, el grupo municipal del PSPV-PSOE de Benaguasil afirmó que se trata de "un grave error" que demuestra la ineficacia del consistorio en la gestión de la empresa y contraviene los criterios del Consell. Además, fuentes socialistas apuntaron la "salvajada" que supone destinar los escasos recursos municipales a un local de copas, mientras se recortan las partidas destinadas a los servicios públicos y a las prestaciones sociales.

Una iniciativa que dividió a los vecinos

El B-Club abrió sus puertas al público en octubre de 2010 y en medio de una gran controversia que dividía la opinión de los vecinos de la localidad y contaba además con la oposición en bloque de los empresarios de ocio de la zona. Quienes la defendían apuntaban la ventaja que supone para los jóvenes del municipio no tener que usar el coche para asistir a la discoteca. Por su parte, sus detractores sostenían que ese no es el modelo de ocio ideal que ofrecer a los adolescentes y apuntaban que fomenta la organización de botellones en sus alrededores. Por otro lado, la crítica política se centró en la pertinencia de invertir los fondos públicos procedentes del Estado, y que otros ayuntamientos han utilizado para construir escuelas o bibliotecas, en una discoteca "municipal" donde las copas "corren a cargo de Zapatero".