La crisis golpea a la mayoría de ayuntamientos en los ingresos, lo que genera retrasos en los pagos a proveedores y una deuda que se agranda si además se acometieron obras costosas que ahora no se pueden pagar. En el polo opuesto se hallan los consistorios que hicieron los deberes. Los que se mantuvieron fieles a la realidad y contuvieron la fiebre del despilfarro. Localidades que ahora viven desahogadas y afrontan mejor estos años que el resto de poblaciones.

LA VALL D'ALBAIDA

En la Vall d'Albaida, Agullent es, con diferencia, el pueblo más saneado. No en vano, el alcalde Jesús Pla (Compromís) consiguió una victoria histórica en los últimos comicios al salir reelegido con casi un 60 % de los votos. Si la media de endeudamiento por habitante en la C. Valenciana se sitúa en torno a los 600 euros por persona, la de Agullent es de tan sólo de 43 euros. Pla explica que la clave no es otra que «ajustar el presupuesto de manera real y utilizar de forma responsable los fondos públicos que llegan al ayuntamiento». «Recibimos mucho dinero de las instituciones y nuestra obligación es saber aprovechar esos recursos para invertir con cabeza. Atendiendo a las subvenciones que llegan, presupuestamos, de manera consciente», indica. La deuda es de 107.000 euros, lo que representa un 6 % de su presupuesto. En el último año se produjo una rebaja de 59.000 euros.

Bocairent, donde el socialista Josep Vicent Ferre también obtuvo una holgada mayoría el 22M, se halla en la misma senda. Su pasivo bancario es de 204 euros por habitante, y asciende, en total, a los 929.00 euros. Ferre no dista mucho de Pla al valorar el secreto de su gestión: «Ser responsables y austeros y saber gastar con conocimiento los fondos institucionales», resalta. En ambas poblaciones, sus gestores no se han embarcado en ningún proyecto imposible de asumir.

LA COSTERA

En la Costera, Canals —donde el «tanto tengo, tanto gasto» se aplica como doctrina institucional— es la población más saneada. Su pasivo bancario es de 809.000 euros y ronda los 57 euros por habitante, una cifra que representa tan sólo el 11 % de su presupuesto municipal. Aunque en menor medida, localidades como Genovés (con 170 euros de deuda por habitante) o Moixent (232 €/hab.) siguen la misma senda. En el ranking también figura la capital, Xàtiva. Según los datos del ministerio, su deuda viva alcanza los 11 millones de euros y, de repartirla, cada vecino saldría a pagar 381 euros, una cantidad relativamente baja en comparación con otras localidades de su tamaño y los últimos presupuestos municipales se cerraron con superávit. Sin embargo, la cifra podría resultar engañosa, puesto que el total de facturas pendientes de pago que arrastra el consistorio suma otros 9 millones de euros. La corporación, en todo caso, alardea de haber sido pionera en la puesta en marcha de planes de austeridad. En el último año, los gastos corrientes y de personal se han reducido en un 10 % y el ayuntamiento está por debajo de la media en gasto público. En 2010, el gobierno local aprobó una reducción de 1,2 millones en el presupuesto respecto al del ejercicio anterior.

El VALLE-LA HOYA

De los grandes ayuntamientos de las comarcas de Requena-Utiel, La Hoya y El Valle ninguno se libra de la crisis. Requena y Chiva se beneficiaron estos años atrás del repunte de la construcción, cuya caída ahora los penaliza. Buñol, Cheste y Utiel en menor medida se han visto afectados.

Otro problema que sufren estos ayuntamientos, a excepción de Requena, es la excesiva carga en gastos de personal que soportan: unos 9 puntos por encima de la media nacional —31,57% sobre el presupuesto—, aunque Cheste sobrepasa los 19. Frente a estos datos se contraponen los de 21 pueblos, más pequeños, entre 800 y 6.000 habitantes, que han conseguido cuadrar su cuentas, algunos con superávit, a excepción de Macastre, que soporta una deuda de 900.000 euros, casi su presupuesto de un año.

¿Cuál es la receta? La de Cofrentes, Jalance, Jarafuel, Teresa de Cofrentes, Ayora, Cortes de Pallás, Dos Aguas y Caudete de las Fuentes es tener proyectos que en otros lugares fueron rechazados por los vecinos con sectores como el de las basuras o las energías nuclear, eólica e hidroeléctrica.

LA MARINA ALTA

Hace unos años pedir una revisión catastral parecía un suicidio político. El catastrazo disparó la presión fiscal en Pego y Xàbia. En el primer pueblo, los tribunales tumbaron la ponencia. Pero en el segundo, el polémico catastrazo de 2005 tuvo una cosa buena: compensó la caída en picado de ingresos urbanísticos. Xàbia tendría saneadas sus cuentas si no se hubiera lanzado al rescate millonario de los aparcamientos subterráneos. Ahora tiene una deuda viva de 41 millones de euros, la más alta de la Marina Alta.

Sin embargo, el otro municipio que en 2005, cuando nadie presagiaba la debacle urbanística, revisó su ponencia catastral fue Benissa. Y está en las antípodas. Entre los pueblos grandes de la comarca, es con diferencia el que mejor ha aguantado la crisis. Su deuda es de 2,4 millones y la ha reducido respecto a 2009 y 2008 (2,7 y 3,1 millones, respectivamente). El endeudamiento por habitante es de 182 euros, una menudencia para los tiempos que corren. Los ingresos del IBI (impuesto que se calcula con los valores catastrales) han ayudado a mantener la salud económica. Este ayuntamiento, cuyo alcalde es Juan Bautista Roselló, del PP, ha reducido un 36 % el dinero que paga de intereses a los bancos. Además, es el único de la comarca que, en plena crisis, ha llevado a cabo una bajada de impuestos. Ha reducido el IBI, el impuesto de vehículos, el ICIO y la tasa de basura. Esa medida es inaudita en la Marina donde la tendencia es subir impuestos. Incluso el pleno se ha acogido ahora a un proceso extraordinario de revisión catastral abierto por el ministerio. El alcalde ha expresado su «convicción» de que ahora, que el mercado inmobiliario está en horas bajas, los valores catastrales de los chalés de la zona costera bajarán y, por ende, también pagarán menos IBI. Pero Benissa es la excepción.

Teulada, con una deuda viva de 6,2 millones, aún puede permitirse el lujo de congelar impuestos, como ha anunciado su alcalde, el también popular Antoni Joan Bertomeu. Este ayuntamiento ha explorado una nueva fórmula para obtener ingresos: la venta de patrimonio del suelo improductivo. Con la subasta de parcelas residuales, donde una promotora sí que puede construir un chalé, el consistorio hace caja. Entre los pueblos pequeños sí que hay un puñado con la deuda a cero. Son Atzúbia, Llíber, Murla, la Vall d'Ebo, la Vall d’Alcalà, la Vall de Gallinera, Sanet i Els Negrals, Sagra y Senija. Els Poblets, con tres mil y pico habitantes, también está en ese selecto grupo.

EL CAMP DE MORVEDRE

Las poblaciones de Canet d’En Berenguer, Quart de les Valls y Segart son las que mejor paradas salieron en el informe del Ministerio de Hacienda sobre la deuda viva de los ayuntamientos de El Camp de Morvedre en 2010. Los tres consistorios acabaron con este apartado a cero mientras en otras poblaciones de su entorno oscilaban entre los 23.000 euros de Torres Torres a los 27, 4 millones que entonces arrastraba Sagunt y que ahora superan los 30, según los cálculos municipales.

La clave del «milagro» como Canet d’En Berenguer no es otra que la política desarrollada en más de 20 años con la consigna de que «presupuestar no es sinónimo de agotar y gastar todas las partidas». Así lo resumía la que fue alcaldesa y concejal de Hacienda por EU, Amparo Mañó. «El anterior alcalde Enrique Altabella me lo enseñó. Si de lo presupuestado puedes ahorrar un poco, mejor para cuando vengan tiempos peores. En realidad, es lo que se hace en las familias y en el ayuntamiento también ha ido muy bien pues hemos estado 20 años con superávit», afirmaba.

L'HORTA

Massanassa y Picassent son dos ejemplos de cómo gestionar correctamente un ayuntamiento más allá de las siglas de un partido. El primero está dirigido por el PP y cierra todos los ejercicios, desde hace años, sin llegar a gastarse todo el dinero que ingresa, mientras que el segundo, controlado por el PSPV, no sólo tiene superávit en sus cuentas, sino que también obtiene remanentes positivos de tesorería.

En Massanassa, el alcalde, Vicent Pastor, achaca el éxito a la austeridad con la que «siempre» ha manejado el ayuntamiento, «incluso en los tiempos de bonanza». Entonces, los abultados ingresos del consistorio, que siempre se han calculado «de manera realista», «no se dedicaban a grandes fastos, sino al ahorro». Y, ahora, ese dinero se emplea en aplicar políticas de ayuda social y contrataciones eventuales aunque, «hay tantísimos casos», dice el mandatario, que su previsión es agotar la reserva económica en breve.

Picassent, es un caso diferente. Cuando el PSPV llegó al poder en 2003, se encontró el ayuntamiento en situación de «quiebra total», explica su concejal de Hacienda, Francisco Quiles. El equipo de gobierno aplicó un estricto plan de saneamiento. Luego, en época «de vacas gordas», en lugar de «despilfarrar, seguimos con la misma política austera» y hasta ahora. Uno de los secretos de Picassent es que su alcaldesa, la socialista Conxa García, gestiona el consistorio como si fuera su «propia casa», además de diseñar los presupuestos con lógica: «Primero calculamos los ingresos de forma realista y, en función de cuáles sean, adaptamos los gastos. No al revés».

Cuatro municipios de treinta y uno en la Safor

Apenas 4 de los 31 ayuntamientos de la Safor pueden presumir de tener cero euros de deuda. Son Miramar, Llocnou de Sant Jeroni, Almiserà y Beniflà. Para el alcalde de este último pueblo, el socialista David Ribas, la receta para mantener el equilibrio financiero es «muy simple: llevar el ayuntamiento igual que una casa; cuando se tiene se gasta, y cuando no, no. En su opinión, requiere ser escrupuloso con los fondos públicos y no estirar el brazo más que la manga. «Yo tengo muchas ideas, pero valen mucho dinero y no las puedo hacer». También en el PP hay alcaldes que siguen la misma receta. Es el caso de José Mascarell, de Almiserà, que opina que el alto endeudamiento de algunos ayuntamientos tiene su origen en una concepción errónea de la gestión pública. En este sentido, señaló que «muchos han actuado como si los ayuntamientos fueran empresas, cuando deben ser más como una familia». s. g. gandia

Información elaborada por

J. Ferrer, M. Arribas, A. Padilla,

M. Vázquez, S. Gómez y V. X. C.