¿Tiene algo que ver la horchata de Alboraia con la "orgeat" francesa? ¿Y las fallas de Sant Josep con las "halhas" de Nadau o de Sent Joan que se queman en Occitania? ¿Por qué se parecen tanto las tradicionales barracas de l'Horta a las de la Provenza y del Languedoc?

En su libro "Valéncia, tèrra d'Òc", el historiador Joan Martinis sostiene que la historia común entre Occitania y los territorios de la antigua Corona de Aragón se extendió casi hasta los albores del siglo XX. Una relación que en casos como los de l'Horta fue especialmente fructífera, sobre todo gracias a los occitanos que se asentaron en estas tierras a lo largo de cuatro siglos, que se mezclaron con los oriundos, y cuya huella aún es perceptible en apellidos, palabras, dichos, maneras de hablar o incluso en la denominación de algunos lugares.

Martinis, nacido en Lyon pero valenciano de "socarrel", ha ido más allá del "occitanismo" lingüístico, y lo ha hecho a partir del estudio de sus propios apellidos. Descubrió muchos Martinis y Carsí a un lado y otro de los Pirineos, apellidos que junto a otros provenientes del Midi francés, protagonizan gran parte de los Quinque Libri parroquiales y de Aveïnament valencianos, sobre todo a partir del siglo XVII, cuando junto a la mayoría de los nombres aparece la denominación "frances de nació".

"Siempre he pensado que nuestros orígenes no han estado bien explicados, y me parece incomprensible que hasta ahora no se hubiera investigado la demografía histórica valenciana", asegura Martinis, quien no duda al afirmar que el 80% de los repobladores del Regne tras la expulsión de los moriscos provenía de Auvernia, Bearne, Gascuña, Lemosín o Languedoc.

Martinis ha estudiado, por ejemplo, las listas de represaliados en 1674 por ser "gabachos" (ya se usaba esta denominación peyorativa) y ha encontrado una importante presencia de inmigrantes venidos del macizo francés en casi todos los pueblos de l'Horta y algunos barrios del "cap i casal".

Aunque la primera de las tres oleadas de occitanos que distingue Martinis comienza en el siglo XVI, el autor recuerda que ya el rey Pere, padre de Jaume I, fue protector de los cátaros provenzales, que muchos de ellos huyeron a la Corona de Aragón tras la batalla de Muret y que incluso Guillaume Bélibaste, el último "perfecto" de la secta, se refugió en una comunidad cátara de Sant Mateu (Castelló) hasta ser delatado por uno de sus seguidores.

La primera gran oleada -consecuencia del éxodo por las guerras de religión entre católicos y protestantes franceses- se produjo entre los siglos XVI y XVII (en1603, el consejero del rey de Francia Barthélemy Joly escribió que no fue bien recibido en Valencia "a pesar de haber en esta ciudad más de 15.000 franceses"); pero es la expulsión de los moriscos en 1609 la que provoca el "gran aluvión" occitano.

Según el investigador, los occitanos sustituyeron como mano de obra a los expulsados y ya en 1615 el francés Antoine de Montchrestien (una de las patas de la investigación de Martinis es los escritos de franceses de la época que visitaban España para analizar su sociedad y económia), señalaba que "en el Reino de Valencia se encuentran más de 30.000 franceses (averneses, gascones, bearneses y lemosines) ejerciendo numerosos oficios, trabajando la seda, manipulando el hierro, cultivando las tierras".

La tercera y última oleada ya es en el siglo XVIII, caracterizada por los occitanos que llegan a Valencia y su huerta como temporeros, y sobre todo, como comerciantes u obreros especializados para las incipientes industrias, sobre todo la de la seda. La enciclopedia metódica francesa aseguraba a finales de aquel siglo que "Leoneses (de Lyon) y Lenguadocianos (...) han dado margen a que Valencia haya ella sola planteado seis mil telares".

Con todo esto -investigaciones de apellidos y documentos de la época- Martinis tiene claro que entre valencianos y occitanos hubo durante 400 años un "mestizaje intenso" fundamental para entender la historia de la Comunitat Valenciana. Ya lo dijeron los "consellers" valencianos en un memorial al rey Carlos III refiriéndose a los occitanos: "Pues con los matrimonios, y procreación de hijos, se hallan engarsados, y unidos con los originarios, en tanto genero, que unos y otros son una misma cosa".