­Los alumnos del instituto Vicent Gandia de Villanueva de Castellón se toman muy en serio sus deberes. No solo los que les mandan sus profesores, sino sus deberes como estudiantes y compañeros. Muestra de ello es el éxito de una iniciativa voluntaria y voluntariosa, el Club de Deures, un programa no subvencionado ni remunerado que funciona en el centro desde hace tres años gracias al compromiso de profesores y alumnos.

Sesenta y ocho estudiantes forman este curso las 34 parejas de profesores y alumnos que dos tardes a la semana, fuera del horario lectivo, se encuentran en las aulas del instituto para repasar las materias. Los alumnos más aventajados dan clase a otros que tienen problemas con determinadas asignaturas. «Por lo general, los jóvenes de cursos superiores instruyen a los de cursos inferiores, aunque en ocasiones, compañeros de curso coinciden en estas parejas académicas», explica Antoni Llácer, uno de los dos profesores colaboradores del club.

Necesidades y capacidades

A principio de curso, los docentes reclutan a los jóvenes. «Pasan unos papeles y tú voluntariamente dices si quieres que te ayuden o ayudar», explica Raquel, una joven profesora que cursa segundo de Bachillerato y que participa en el Club de Deures desde que se creó hace dos cursos. «Si tú te comprometes a ayudar a tu alumna, no puedes fallar», afirma María, también de segundo de Bachillerato y profesora desde 2009.

Los docentes son los encargados de emparejar a los estudiantes «según sus necesidades y sus capacidades», señala Llácer. Cada profesor tiene un alumno fijo, pero a lo largo del curso, las parejas se entremezclan: «Nos vamos ayudando. Si mi alumna necesita refuerzo en una asignatura en la que otro compañero va mejor, pasa con él y yo me encargo de otra persona», detalla María.

De hecho, María y Raquel compartían el miércoles alumna, Zaira, de primero de Secundaria: «Me gustan más sus explicaciones porque te lo cuentan con otras palabras y lo entiendes mejor», asegura. También Jenny prefiere las clases de su profesor, Edu, de segundo de Bachillerato y que se estrenó esta semana: «No es tan aburrido como pensaba», reconoce. «Tenía muchas dudas. En los exámenes iba muy mal y si te sale mal has de pedir ayuda y si la tienes gratis, mejor», comenta Jenny, que estudia primero de Bachillerato. «Yo ahora lo entiendo mejor. Le dije a mi madre que quería apuntarme y le pareció muy bien porque si ella trabaja, no me puede ayudar con los deberes», dice Zaira.

El Club de Deures es también un desahogo para las familias, que pueden inscribir a sus hijos a unas clases de repaso gratuitas, algo nada desdeñable en tiempos de crisis como los actuales. «Esto en la mayoría de los institutos no lo hacen, si quieres repaso normalmente tienes que pagar», apostilla Jenny.

Docentes voluntarios supervisan el programa

Tres profesores colaboran en este proyecto que impulsó en 2009 el exdirector del instituto, Andreu Pons. Xavi Aznar es el coordinador y Antoni Llácer y Ana López son los docentes de guardia los lunes y los miércoles. «Cada uno pertenece a los diferentes ámbitos de estudio, uno al científico y otro al lingüístico», indica el director Aureli Chorro.

Aunque su función durante estas horas (dos cada día) no es resolver dudas de los alumnos, «a veces te toca intervenir, porque algunos de los “profesores” no recuerdan aspectos concretos de las tareas de sus “alumnos”», dice Llácer.

«Das cosas que no las has trabajado desde hace tiempo, así que sirve también de repaso. Es gratificante», dice Raquel.