Hay pueblos pequeños que han tenido la suerte de mantener una cierta tranquilidad en su vida cotidiana y que están dispuestos a no perderla, aunque eso se logre a base de nuevas ordenanzas municipales. Es el caso de Barx, en donde acaba de entrar en vigor una norma de convivencia con algunos aspectos que llaman la atención. Entre estos figura la estricta necesidad de no molestar con ruidos a los vecinos, especialmente a determinadas horas. Y eso afecta tanto a las personas como a los animales de compañía que residan en la casa.

Respecto a las personas, Barx ha prohibido cantar, gritar y vociferar entre las 10 de la noche y las 8 de la mañana, así como entre las 3 y las 5 de la tarde. La necesidad de guardar silencio también incluye evutar ruidos «por reparaciones materiales o mecánicas de carácter doméstico», algo que incluye el bricolaje, así como el cambio de muebles.

Respecto a los animales, la ordenanza prohíbe que, también durante la noche y a mediodía, los propietarios los dejen en patios, terrazas, galerías y balcones «cuando perturben el descanso de los vecinos». En este caso no sólo entran los perros, cuyos ladridos suelen estar en el origen de muchas molestias, sino también «gritos o cantos», lo que puede obligar a guardar dentro de casa hasta un canario en el caso de que alguien denuncie que su canto le perturba en los horarios de prohibición establecidos.

La ordenanza no se anda con bromas porque, en el caso de las infracciones graves que sean reiteradas se prevén sanciones en forma de multas que van desde los 12.001 a los 300.000 euros.

El nuevo reglamento incluye aspectos mucho más ordinarios origen de molestias a los ciudadanos. A partir de ahora el ayuntamiento sancionará a quienes circulen con vehículos a motor, generalmente ciclomotores, sin el silenciador «debidamente homologado y en perfecto estado de conservación».