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Sin vencedores, ni vencidos. El arzobispado ha aprovechado la reestructuración de la diócesis para solventar las malas relaciones existentes entre los curas que atendían las dos parroquias de Alberic con una decisión salomónica: el traslado de ambos y el nombramiento de un sacerdote que se hará cargo a la vez de las iglesias de Sant Llorenç y del Espíritu Santo.

La tensa relación entre ambos párrocos es sobradamente conocida por los feligreses ya que viene de lejos, aunque fue en la Semana Santa del año pasado cuando se hizo más evidente que nunca al celebrar cada parroquia por separado tanto la procesión como la misa mayor del Domingo de Ramos, día grande en el municipio, tras el intento del año anterior de unificar la bendición de palmas y la eucaristía. No obstante, el hasta ahora párroco del Espíritu Santo, Luis Ramírez, atribuyó ayer estos cambios al "reajuste" que se está realizando en la diócesis y no a un problema entre curas.

El arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, formalizó el lunes la designación de Ramírez como nuevo párroco de la iglesia de Santa Ana de Valencia y, al parecer, falta hacer oficial el nuevo destino de Santamaría y entregar al nuevo titular de las parroquias de Alberic su nombramiento. No obstante, diversas fuentes consultadas confirmaron este doble relevo e incluso señalaron el nombre del que se prevé será el nuevo párroco, Guillermo Carrasco, que llega a Alberic procedente de Albalat dels Sorells

Los motivos de la mala relación entre los dos sacerdotes varían según la fuente aunque, en la mayoría de los casos, no se acierta a señalar una causa concreta. Así, mientras unos la atribuyen a "una falta de comunicación" en dos personas con un carácter completamente diferente -"Don Luis muy abierto y don José, mucho más callado"- hay quien apunta que cuando Ramírez llegó a Alberic lo hacía ya con la perspectiva de asumir las dos parroquias, algo que no se llegó a producir con el nombramiento de Santamaría como titular de Sant Llorenç. También hay quien señala la presencia de una especie de "grupos de presión" en la parroquia histórica que no favorecen esta relación, pero la mayoría coincide en afirmar que "no se han entendido nunca".