Nacieron les calderes en nuestros pueblos para que la gente menos pudiente, más necesitada, en los días de festa grossa, pudieran participar del regocijo general con una buena comida. Eran tiempos de hambre, cuando bastantes familias no tenían qué llevarse a la boca.

Lo que fue un acto caritativo, de solidaridad, participativo, se ha convertido en la actualidad en una fiesta igualitaria, a la cola con sus correspondientes cazos y peroles se ponen ricos y pobres, clase media sobre todo, a recibir la correspondiente ración de un clásico de la gastronomía valenciana: arroç ab fesols i naps, con carne de ternera y cerdo y morcilla, siendo la población insignia de este suculento plato la moruna, por tantas cosas, Almàssera, pueblo que lo celebra todo, hasta los suspensos, y que el mes de agosto lo despacha de fiesta en fiesta "y tiro, porque me toca".

Los chefs de calderes aquí sonVicente López "caldera" y Pepe Ferrer, al mando de una buena formación de ayudantes y pinches, que consiguen el milagro anual de condimentar este arroz para 10.000 personas. Con su trabajo, el miércoles 29 de agosto pueden comer no sólo los 7.200 habitantes del pueblo, sino todos los agregados que se suman de pueblos colindantes.

Medio centenar de calderas son dispuestas a las seis de la mañana a lo largo de la plaza Mayor, que a las ocho de la mañana comienzan a recibir fuego. Dentro de ellas los elementos principales serán 2,800 kilos de carne, 1.200 kilos de verduras, 120 kilos de tocino y 150 kilos de morcilla de cebolla.

Durante toda la mañana el fuego lento, siempre mantenido con la misma intensidad va cociendo los productos y a partir de la una de la tarde se le vuelca los 325 kilos de arroz, para que a las dos de la tarde esté punto para servir a quienes llevan un vale reserva, que se entrega en el Ayuntamiento, manera de saber cuántos, más o menos, van a acudir, y no se quede nadie sin plato.

La organización logística, dada la experiencia y tradición, es perfecta. En una hora y varios puntos de distribución, quedan repartidas las 10.000 raciones, en perfecto orden, con la única e inevitable molestia del sol y el calor, que se soporta con humor y por el interés del plato que se avecina.

La aceptación de este plato, a pesar de ser invernal y nada veraniego es enorme, y el aumento de calorías que produce se compensa con buen vino fresco, y una tradicional guerra del agua en la misma plaza, al término de la comida.

Mientras que les calderes son patrocinadas por la arrocera de Ricardo Císcar, con una fábrica en ubicada en el municipio, por la noche corre el resopón, Nit de la Sardina, a cargo de los clavarios del Cristo de la Fe y la Providencia, cuya fiesta, a pesar del Corpus, es realmente la festa grossa del poble, siendo aquella festividad contemplativa y ésta otra participativa