Jesús María González Marín reside en la actualidad en Valencia aunque también vivió en Alzira y unos meses en Antella. Hoy jubilado, González fue personal laboral de la Administración y tras la pantanada quedó adscrito a la Generalitat donde trabajó en Recursos Hidráulicos. Hoy es un torrente de recuerdos de aquellos años que cambiaron la comarca. Luce orgulloso un logo de Aspanion, la asociación de padres contra el cáncer infantil, que impulsó. Durante el segundo juicio del caso Tous vio cómo enfermaba de cáncer su hijo de ocho años, que falleció. En algún momento de la entrevista se le humedecen los ojos.

Usted era el ingeniero responsable a pie de obra en la presa hace ahora 30 años…

Así fue, estuve a pie de obra, a pie de juicio y a los pies de los caballos también.

Empecemos por la presa. ¿Era seguro el embalse de Tous?

Ninguna presa es más o menos segura que otra. Hay unos parámetros, unas normas, tamaños, resistencia… es como un edificio. Tú construyes un edificio y metes un rebaño de elefantes y se hunde. ¿Está mal construido? No. Sólo que no estaba calculado para el tamaño de los elefantes… Y las circunstancias de aquel día fueron enormes. Pero la presa estaba bien hecha. Incluso después de todo el follón quedó allí un montón de arcilla…

Visto con la perspectiva que dan 30 años, ¿ se pudo evitar que la presa se derrumbara?

Mire, esa noche 360.000 personas se quedaron sin luz, el mayor apagón en España. Tuvo que ser algo muy excepcional ¿no? porque por ley las empresas hidroeléctricas están obligadas a garantizar el suministro pase lo que pase. Podrían haber procesado a Iberdrola… Pero pasó que se hizo un juicio penal y en paralelo uno civil y en ese estaba Iberdrola pidiendo mil y pico millones por las centrales aguas arriba. De la presa de Tous se encontró una compuerta aguas abajo y en Millares tenían tres compuertas iguales y se fueron las tres y en esa presa no estaba yo… la avenida fue muy excepcional. Eso es lo que pasó.

Entonces ¿fue inevitable?

A partir de un cierto punto era imparable. ¿Se podía haber pensado antes? Sinceramente pienso que no ¿Se podía haber evitado? Pienso que no. La presa estaba calculada para aguantar una avenida de 7.000 metros cúbicos y cuando se rompe a las 19.15 horas del día 20 de octubre salen mucho más de 7.000, calcularon que 15.000… una salvajada. Intentamos abrir las compuertas y fue imposible. Pero si yo hubiese conseguido abrir las compuertas, las grandes, a las diez de la mañana habría salido el agua que salió por la tarde cuando ya estaban avisados y ya había orden de evacuación… Sumacàrcer, Antella, todos salieron corriendo donde pudieron menos en Carcaixent donde no dieron orden porque al gobernador civil [entonces José María Fernández del Río] se le olvidó que estaba al lado del Júcar y de allí eran siete de los ocho muertos. A las diez, sin nadie avisado, con niños en el colegio, Sumacàrcer, por ejemplo, que se llevó la mitad del pueblo se hubiera llevado la mitad igual, pero con personas que hacían su vida normal.

Con esos argumentos trató de defenderse en el juicio.

Lo comenté en el juicio y antes del juicio y los abogados intentaron acusarme de intento de homicidio por haber intentado abrir las compuertas… Y mire usted, yo soy técnico y lo que sé es que con 7.000 metros cúbicos hay que soltarlos e intentar el mal menor, que para mí era intentar soltar eso y si se rompía el caudal sería mayor y, además, no lo podríamos controlar.

Trataron de abrir las compuertas, pero el grupo electrógeno estaba inundado ¿Fue una imprudencia?

El grupo electrógeno estaba en la presa, pero no puede haber uno en cada enchufe. Una presa es muy grande. Intentamos la apertura manual. Pero las compuertas pesaban 124 toneladas cada una y encima con el agua apretando y saltando por encima, estaban encajadas y con una manivela para cuatro personas. Le metimos un prolongador para poner más manos y nos cargamos las tres llaves, una por compuerta. A la 1 de la tarde vino un helicóptero y pedí una manguera eléctrica de 600 metros para cogerla a otra toma que había en la margen contraria. Pero el agua se llevó el camino y ya no podíamos llevar la manguera ni el grupo electrógeno que iba a llegar… Íbamos a oscuras por la galería, bajando las escaleras, jugándonos el tipo. Lo que pudimos abrir fue nada. Si llegaban 5.000 metros cúbicos por segundo pudimos aumentar el desagüe en 80 o 90. Luego después de irse la presa aún llegó la avenida más gorda. A Iberdrola se le llenó su salto de Millares, pero no les interesaba decir hasta donde llegó el agua porque había más de 7.000 metros cúbicos por segundo y claro si Tous no era culpable, Iberdrola no cobraba. Por eso Iberdrola facilitó un montón el trabajo a los peritos de Afiva y Apemeda. Mil y pico millones le dieron. De los 2.316 damnificados metidos allí en el juicio, el primero era Iberdrola que se llevó todo lo que había pedido.

¿Nadie les avisó de que venía una gran avenida para que estuviesen preparados?

Había una media alerta, un aviso del servicio de Meteorología de que se iba a producir una situación parecida a la de unos años antes en Almería, pero no que iba a ser tan potente.

¿Cuándo fueron conscientes de que la presa se derrumbaba, de que no había solución?

Sobre las tres de la tarde llegaron las palas excavadoras para reparar el acceso, que estaba inutilizado. Llegan los coches que estaban parados, con el teniente de la Guardia Civil que después falleció en un incendio en Ayora, el pobre. En ese coche, que tenía emisora me subí yo y le dije al Gobierno Civil que la presa había reventado. Era mentira, pero no había Dios que lo parase. Lo hice para incentivar. Y a las siete y cuarto todo se acabó, ya era de noche, se oyó un estruendo y… (se le entrecorta la voz).

Cuente como fueron las últimas horas en la presa…

Habíamos conseguido llegar a las presa a las 9 de la mañana a trancas y barrancas. La carretera estaba cortada. Dejé el coche, hice señas y un Land Rover me recoge. Ya no era el nuestro porque el nuestro se había quedado en un socavón. Al llegar a la presa aquello era ya un mar de leña, todo era leña y no se veía el agua. Quitamos la compuerta de la toma de regantes. La gente le echó huevos eh! Y todos vivían aguas abajo. Muchos lloraban porque veían aquello cómo estaba. Y hubo un momento en que los del Land Rover, que era de una empresa, se quisieron largar y les dije que el coche no se movía de allí, que se fueran a pie si querían, que no teníamos otro. Aquello fue muy tenso. Lo intentamos todo, pero se nos fue… Intentamos meter el grupo y se nos corta la carretera, pedimos la manguera eléctrica… Una cabronada. Aterrizó un helicóptero que se movía como una pluma por el aire que hacía y le pedimos el grupo electrógeno de 80 kva, despegó, pero ya no volvió…

¿Y cómo se vive tantos años con ese lastre, con esa carga?

Mal, muy mal. Personalmente y profesionalmente muy mal, la verdad. Yo me transferí en 1985 a la Generalitat y estuve en el servicio de Recursos Hidráulicos: abastecimiento, saneamiento… Hubo un ayuntamiento, el de Sumacàrcer, que prohibió, que dijo que no quería verme como técnico en ninguna obra que hiciera la conselleria para ese ayuntamiento.

Le trataron como apestado…

Verás. Un día fui al entierro de un compañero que tuvo un accidente y entrando a la iglesia me gritaban ¡asesino! y en los juicios, bueno me oía cada día de todo ¡cabrón! ¡hijo de…!

Entiendo… pero los damnificados lo pasaron muy mal, fatal. Tenían derecho a ser resarcidos por los daños, ¿no?

Claro, el Estado tiene que ayudarles, como cuando ocurrió en el País Vasco después y en Cataluña. Para eso está la solidaridad y para eso estamos todos juntos, para ayudarnos cuando hace falta como era este caso.

¿Usted siempre ha defendido su inocencia pero en alguno de estos años ha llegado a pensar que fue culpable?

Estuve en tratamiento psiquiátrico, la presión fue brutal, la prensa… Todos nos decían que éramos unos asesinos. Un mes y medio después, con el director general, en Madrid, le dije que me ayudaran; nos estaban machacando y no hizo ni caso. Y piensas ¿seré tan cabrón y tan inútil para que haya pasado esto? Claro que lo piensas. Mira, si no hubiese llegado a la presa ese día no me hubiera pasado nada. Pero la vida no tiene moviola, no se puede volver atrás… Si hubiera subido las compuertas, peor, ¡eran las diez de la mañana! La presa se habría derrumbado también, seguro, pero la Justicia ha determinado que no porque se habría aliviado el caudal y no habría pasado nada. Vale, pero el chorrazo que salió a las siete de la tarde habría salido a las diez de la mañana, eso es físicamente impepinable. A Sumacàrcer el agua llega en siete u ocho minutos. Antella, Càrcer, Alcàntera, Beneixida, Gavarda… se hubiese llevado las casas que se llevó, pero con todos dentro.

¿Era necesario condenar a alguien para que los damnificados cobraran del Estado?

Se pudo hacer con decretos o leyes del Gobierno. Ya se hicieron dos decretos para dar dinero y evitar el tiempo y la espera. Podían haber sacado un tercero o un cuarto para pagarles a todos. No era necesario condenar a nadie. Lo que pasó es que si después de 16 años salimos todos absueltos, imagínate la imagen que hubiera dado la Justicia en España, de incompetentes o de sinvergüenzas. Yo llegué a declarar centenares de horas en el sumario y en el juicio. Cuatro juicios iguales donde todos los abogados iban a pillarme. Si tú te examinas y apruebas y así cuatro veces con los mismos profesores… Y no me pillaron porque siempre dije lo mismo, la verdad.

Pero los damnificados lo pasaron muy mal.

Yo soy el primero que lo reconozco. Yo viví en Alzira desde el año 1973 a 1980 y tengo amigos y me dolió muchísimo.

¿Políticamente se jugó con el dolor de los damnificados?

Se hizo y no se tenía que haber hecho. Se les dijo, vais a cobrar. Lo hizo la Justicia, los políticos… Para mí la presión acabó cuando el Supremo dijo… a cobrar. Después dejé de ser noticia para la prensa. Cuando llegué a Estrasburgo ya a nadie le interesaba el tema.