¿Tiene la sensación de que era necesario encontrar un culpable y le tocó a usted?

Lo que pasó fue gordísimo y sí la gente necesitaba buscar culpables. Se conjuntaron muchas circunstancias. A los ocho días de la rotura —mejor desmoronamiento porque es una presa de materiales sueltos y en valenciano ya se sabe quan l’aigua bota el cavalló, el desfà— pues el señor juez de Xàtiva de infausta memoria, un fascista de tomo y lomo y un desastre en el manejo de la instrucción pues dijo: ahora el Gobierno este de socialistas y comunistas [el PSOE de Felipe González ganó las elecciones una semana después de la pantanada] pues que pague y se puso en marcha. No pensó que no pagaría el Gobierno del PSOE sino que lo pagaríamos todos… ese fue el inicio. A poco de iniciar la instrucción ese juez ya declaró en Interviú que no se preocupasen los damnificados de la Ribera que de aquella instrucción se iba a desprender una lluvia de miles de millones… ya había dictado sentencia sin ni siquiera hacer la instrucción. Buscaron como peritos a un médico y a un geólogo que dijeron lo que él quiso.

Después le absolvieron dos veces, le condenó el Supremo y llegó a Estrasburgo…

Bueno dos veces absuelto… Ten en cuenta que el segundo fue más largo, pero incluso la sentencia reconocía los notables esfuerzos que yo hice ese día jugándome la vida para intentar dar una salida a aquello. Después el Supremo lo volvió a decir, luego llega el tercer juicio, el cuarto… Yo lo supe después, pero todos los abogados sabían a la mitad del juicio que me iban a condenar por una falta. Pero empiezan a salir sorpresas: El ponente era De la Rúa, conocido y muy amigo del expresidente Camps… Pero la sentencia la redactaron los otros dos y salí absuelto con un voto particular de De la Rúa, el que luego aprovechó el Supremo para pegarme el cañazo. He aprendido algo de Derecho y el voto particular era… que lo hace un estudiante de 4º de Derecho y lo echan. Sólo decía «pienso que es malo y hay que condenarle». Por una falta.

¿De la Rúa? Si acabó de presidente del TSJ.

De la Rúa, y de eso estoy seguro, salió presidente del TSJ gracias al voto particular del caso Tous. Hizo el ridículo, era jurídicamente indefendible. Un alumno de bachiller no lo haría peor. Algo parecido a lo que hizo con Camps cuando dijo que no era cohecho impropio y en Madrid le dijeron que no se enteraba. Creo que De la Rúa salió presidente gracias a mí. Los otros dos magistrados de Tous le redactaron la sentencia a él que era el ponente. Era un vuelco muy gordo procesalmente al presidente de la parte penal de la Audiencia. Salió la sentencia y un día antes se filtra a la prensa. Entonces se hace un paripé de investigación para ver quién lo ha filtrado, que fue el fiscal porque dijo: «a estos dos no les voy a convencer de que es culpable, pero estos dos pueden convencer a De la Rúa de que se quite de enmedio, que no haga el voto particular». Antes de eso lo filtro, digo que va a salir inocente y que hay un voto particular y obligó a De la Rúa a hacerlo. Sólo dos juicios terminaron en sentencia, el segundo y el cuarto. En el segundo había cinco procesados y el fiscal pedía pena para tres, que salen inocentes. Quedó a la altura del betún y en el cuarto juicio la fiscalía no podía arriesgarse a que pasara lo mismo. Y como mal, el menos, así que dijo: «que salga inocente, un voto particular y en el Supremo ya veremos». Es que si no, hubiesen tenido que mandar al carajo a todos los fiscales.

Y después fueron al Constitucional y a Estrasburgo pero no les escucharon, ¿no?

Bueno tú sabes que el Supremo es lento, pues mi sentencia salió en tres meses. Hizo un corta y pega, quitó todo donde decía que yo era inocente. Se olvidaron de uno (ríe) pero en el fallo yo era culpable por una falta. Era culpable de homicidio de ocho personas y no me ponen un delito, me condenan por una falta. ¡Pero si las faltas prescriben al mes y me procesan a los cuatro meses! Fue un fraude. Me pusieron un mes de arresto y cien mil pesetas de multa, que me las perdonaron. ¿Para qué? para que pagara el Estado. Y después alegamos dilación indebida y en el Constitucional me contestaron que podía haber protestado antes ¡pero si yo era un imputado y sólo podía hacer que callarme! Y luego me fui a Estrasburgo y hasta ese momento me defiende la Abogacía del Estado, que para defender al Estado me defendía a mí. Pero en Estrasburgo, ya no. Allí yo era atacante porque ellos defendían al Reino de España. Una esquizofrenia jurídica total. Me dijeron que quedaban vías abiertas en España. ¿Cuáles? Pero mira, consiguieron que la Justicia saliera indemne.