Si los tempos de la Iglesia no son de este mundo, algunas situaciones rozan el paroxismo. Es el caso del proceso de beatificación del religioso mercedario Andrés Garrido, conocido popularmente como Pare Presentat. Nacido en Vallada en 1663 y muerto en Xàtiva en 1728, el Pare Presentat -un hombre pegado a los más menesterosos y de quien se alaba sus visitas a cárceles y hospitales o su apostolado por los campos y por los tugurios de pobres y gitanos- lleva tres siglos intentando alcanzar los altares en un proceso rocambolesco que ha estado salpicado de robos de documentación y profanación de reliquias. Pero ayer llegó el día: después de casi 300 años de intentos y ocho años de intenso proceso de canonización, el arzobispo de Valencia clausuró la fase diocesana de la causa y dio el visto bueno final para elevarla al Vaticano. Ahora, Roma decidirá.

El acto, muy extraño para el profano y al que asistieron un centenar de vecinos de Vallada llegados a la capital en autobús, sirvió para exhibir las quince cajas que contienen toda la documentación del proceso. Un fraile mercedario (Juan Devesa, designado portador) se encargará de llevar diez de estas cajas a la Santa Sede, exactamente a la Congregación para las Causas de los Santos. Las otras cinco cajas, que contienen el original del proceso, quedarán custodiadas en el archivo secreto de la diócesis.

El camino parece llano, pero la historia de esta causa desaconseja fiarse en exceso. Porque ya en el siglo XVIII se recogieron los testimonios referentes a su vida, virtudes y fama de santidad y de milagros. Pero en el siglo XIX, este costoso proceso informativo y su única copia desaparecieron al ser asaltados los conventos mercedarios de Xàtiva y de Valencia durante la exclaustración de 1835. Luego, en el siglo XX, el destino se volvió a cruzar con el Pare Presentat: en 1925 se reanudaron los trabajos para continuar el proceso de beatificación, pero en 1936 se profanaron sus reliquias en el templo de Santa Tecla y la Mercé de Xàtiva.

El fervor por el Pare Presentat se desató en 1942. Según relataron ayer en el acto, ese año llegó el milagro: Consuelo Baldrés Álvarez, una mujer de Xàtiva encamada por enfermedad durante 9 años y 4 meses, recibió un pequeño hueso del religioso, se lo colocó en el pecho y, de repente, "sanó, saltó de la cama y se puso a pasear por la habitación" pidiendo la canonización del Pare Presentat.

En busca de un milagro

En la fase romana que ahora empieza, el proceso está repleto de exámenes. Primero, la curia ha de expedir el decreto de validez a esta documentación. Luego se redactará la positio que sostenga las virtudes cristianas en grado heroico vividas por el Pare Presentat. Después, el proceso ha de recibir el visto bueno de un congreso de historiadores, un congreso de teólogos y una comisión de cardenales y obispos.

Si pasa estos tres filtros, la causa de canonización de Pare Presentat alcanzará el decreto de virtudes, un documento firmado por el papa que convertiría al Pare Presentat en "venerable". Será ya venerable, pero para conseguir la beatificación se habrá de probar un milagro. Para ello, un congreso de médicos estudiará el supuesto milagro. Si desde el punto de vista científico no es explicable, pasará después a una comisión de teólogos y a otra de cardenales y obispos. Si vuelve a pasar todos estos filtros, llegará la beatificación. Para alcanzar la canonización -ser santo- se necesitaría probar un segundo milagro y superar los mismos filtros.

Ayer, la rigidez canónica del acto desembocó al final en un Cant al Pare Presentat, cantado a coro por los valladinos, y en un fuerte "Visca el Pare Presentat" arrancado por Carmen Vila, de 73 años. "Ahora nosotros ya podemos hacer poco. ¡Ojalá pronto sea santo!", anhela Carmen.