La asociación Joves Ecologistes de Oliva, en colaboración con el departamento municipal de Medio Ambiente, ha iniciado una singular campaña contra la proliferación de mosquitos y otros insectos molestos para las personas y perjudiciales en la agricultura.

Cumpliendo a la perfección el precepto ecologista que anima a esta asociación olivense, el sistema ideado también podría definirse como el antimosquitos más «valenciano», dado que el centro de la operación lo constituyen las «rates penades», el murciélago autóctono que es todo un símbolo de la Comunitat Valenciana.

El caso es que Joves Ecologistes y el ayuntamiento quieren instalar decenas de nidos de «rates penades» por la localidad. Esos mamíferos voladores, animales que están protegidos por la ley, son grandes devoradores de mosquitos y otros insectos, de manera que, al tiempo que se ayuda a facilitar su reproducción y devolver su imagen en los cielos de Oliva, se combaten las plagas de mosquitos allí donde, por la razón que sea, no puede fumigarse. Es el caso de los espacios donde viven personas o áreas naturales sensibles.

La operación se ha iniciado por el parque de bomberos de la localidad, donde se ha instalado la primera caja-nido. A esta le seguirán más, especialmente en espacios como la Font Salà u otros rincones del marque natural del marjal de Pego-Oliva, donde su protección ambiental impide fumigar.

El concejal de Medio Ambiente de Oliva, Pepe Salazar, señaló ayer a este periódico que en Torrevieja se adoptó un plan similar, pero que en Estados Unidos o Italia este tipo de barreras biológicas contra los insectos son habituales. Según Salazar, una «rata penada» es capaz de devorar hasta dos mil mosquitos en una sola noche, algo que permite explicar cuán beneficiosos pueden ser estos mamíferos voladores. Otros insectos que causan daños a la agricultura también forman parte de su dieta.

Aunque la campaña no va dirigida a vecinos de la localidad, el ayuntamiento y Joves Ecologistes también entregarán nidos a quienes quieran instalarlo en casa, dado que precisamente la reducción de la población de los murciélagos autóctonos se debe, en parte, a la pérdida de grietas y oquedades donde crean su hogar y se reproducen. También se instalarán nidos en edificios de la Administración, lo que puede contribuir a borrar a mala imagen que para muchos tienen estos animales inofensivos. Las cajas-nido se instalan vacías, y están diseñadas para facilitar que las «rates penades» las ocupen.

«No es cuestión de difundir que nos pasamos a los murciélagos para combatir a los mosquitos, sino que es una forma más, aunque diferente y respetuosa con el medio ambiente, de abordar el problema de la desinsectación», indicó Salazar, quien recordó que estos mamíferos voladores son «emblema de la tierra valenciana».