Un golpe de mala suerte convirtió un descenso emocionante por el Barranc de l'Infern en una pesadilla. "No fue una imprudencia de nadie, la gente iba bien equipada y preparada; creo que fue un fatal accidente", relató ayer el bombero del parque de Gandia y mando del equipo de rescate en vertical, Xavi Calabuig, quien participó en el rescate masivo del Barranc de l'Infern, en la Vall de Laguar. Calabuig confirmó que la muerte del barranquista de Ondara en un "tramo relativamente fácil" (se ahogó al quedar aprisionado entre dos piedras) significó "un shock para todos los que estaban en el barranco". "Optaron por quedarse unidos y esperar el rescate porque la mayoría no estaba en situación psicológica de salir por su propio pie".

Entre los 21 atrapados estaba Isaac, un bombero del consorcio de Valencia. "Estaba consternado. Le dije "tú puedes ser muy buen bombero, pero necesitas un equipo de trabajo. En estos momentos estás desbordado y necesitas el apoyo de un equipo de rescate formado", recordó Calabuig. Este bombero explicó que sobre las 18.10 horas le llamó Hugo Jareño, del parque de Dénia e integrante del equipo de montaña, y le advirtió de que iban a necesitar "más gente porque el rescate se preveía complicado, ya que era de noche y amenazaba con volver a llover". Del consorcio de Valencia acudieron cinco bomberos. El operativo lo coordinó Salvador Luque, sargento del grupo de rescate del consorcio de Alicante.

En el primer momento nadie sabía con exactitud cuántos barranquistas estaban atrapados. "Se iban quedando bloqueados al encontrar el accidente", indicó Calabuig. Este bombero se incorporó al primer equipo de rescate. Remontaron el río hasta la Cova Santa, que es donde acaba el estrechamiento del barranco. Allí se encontraron a un bombero que ya salía con los cinco primeros barranquistas. Se habían quedado atrapados en la zona del sifón, que se supera escalando con una cadena de hierro. La corriente había tirado la cadena al otro lado.

Ese equipo de rescate siguió río arriba hasta que toparon con una catarata que era imposible salvar. Tuvieron que volver atrás y regresar al puesto de mando avanzado.

Allí, cuando ya era medianoche, empezó la segunda parte del rescate, la más complicada. Bomberos y miembros del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de la Guardia Civil cargaron sacas con cuerdas de escalada de cien metros y, campo a través, llegaron a un espolón de piedra con una caída en vertical de 150 metros. Por ahí debían sacar a los barranquistas que seguían en el fondo del barranco. "Con un sistema de ascenso por contrapeso empezamos a subir al grupo de montañeros uno por uno."

"Víctima a víctima" subían a los montañeros y un técnico sanitario los chequeaba. "Cuando ya había cuatro rescatados, un bombero los acompañaba por la zona balizada de montaña hasta el puesto de mando avanzado (PMA). El recorrido por donde iban trepando entre la montaña, en la oscuridad, se alargó durante una hora u hora y media para cada grupo porque estaban exhaustos, agotados".

El último en salir fue Isaac, el bombero del consorcio de Valencia. Pudo ascender por sus propios medios. Ya eran las 6.30 de la mañana. Los bomberos tardaron una hora más en recoger todo el material y a las 8.30 horas llegaron al PMA. Finalmente, un helicóptero de la Guardia Civil recuperó el cadáver del barranquista de Ondara, de 46 años. El rescate duró 16 horas. Todos los que participaron lograron la proeza de sacar ilesos a los 21 barranquistas.