La Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a una empresa exportadora de cítricos, José Manuel Pardo, SL, a abonar más de 35.000 euros a un agricultor de Benicolet por no recolectar "a su debido tiempo" las 12.000 arrobas de cítricos que éste vendió a la firma durante la campaña de 2009 y que terminaron echándose a perder. La mercantil, ubicada en Xeresa, incumplió los términos del contrato suscrito con José Santamaría, el propietario de los terrenos, y reconocen que éste es merecedor de una indemnización por daños y perjuicios.

La empresa , que ya recurrió otra sentencia con conclusiones similares, emitida por un juzgado de primaria instancia de Gandia en 2011, alegó que las naranjas se quedaron en el árbol porque "no eran aptas para su exportación", dado que, según su versión, una helada terminó tumbando las altas perspectivas depositadas sobre la calidad de las "clemenules" objeto del litigio. Sin embargo, la Audiencia determina que, hasta que el temporal arreció y desde la formulación del contrato, la firma tuvo tiempo se sobra para recoger las naranjas y le acusa de incurrir en una demora excesiva de los trabajos a los que se había comprometido. Gran parte de la producción acabó desechada por su estado de maduración y pudrición.

La parte demandante ha podido probar que, en la zona en la que José Santamaría cedió sus terrenos, la recogida de "clemenules" se efectúa por lo general entre principios de noviembre y hasta mitad de diciembre para obtener una calidad óptima. El contrato de compraventa entre ambas partes se formalizó el 10 de noviembre, cuando el fruto reunía unas condiciones de maduración y calibre aptas para su recolección y posterior exportación -la empresa tenía previsto venderlas en Italia-. Las pruebas judiciales acreditan, además, que las naranjas de los terrenos colindantes al del agricultor afectado "no resultaron afectadas por helada alguna" antes de ser recolectadas, por lo que estima que la mercantil pudo recogerlas "antes de que resultaran afectadas por el frío". Por todo ello, el tribunal confirma el auto dictado por el juzgado de instancia nº3 de Gandia.

El agricultor demandante acoge con satisfacción el pronunciamiento judicial. Considera que la empresa optó por no recolectar la cosecha porque cambiaron sus expectativas de negocio durante la campaña. "Yo les insistía en que tenían que cogerla, porque si no, la lluvia la estropearía. La calidad era estupenda". José Santamaría espera ahora que el fallo anime a otros labradores a denunciar "los abusos de las recolectoras".