Detrás de cada grano de los que colman un suculento plato de arroz se encuentra el esfuerzo de los agricultores y el trabajo constante de los investigadores. La labor de los científicos consiste en obtener variedades del cereal con la finalidad de que los productores obtengan unos resultados óptimos para el mercado.

El próximo 7 de febrero se cumplirán cien años de la puesta en funcionamiento en Sueca del actual Departamento del Arroz del Institut Valencià d´Investigacions Agràries (IVIA). Con el paso de los años, el centro público, pionero y único en su campo, se ha convertido en un referente.

Los irregulares resultados de las cosechas que se venían produciendo a finales del siglo XIX culminaron con un terrible fracaso en 1911. Ello condicionó la creación en la capital de la Ribera Baixa de la entonces denominada Granja Arrocera con el objetivo de estudiar las causas de los errores y aconsejar a los agricultores las medidas a adoptar. A pesar de las limitaciones técnicas de la época, que iban en consonancia las carencias del momento, «en otros aspectos no tenían nada que envidiar a la actualidad», asegura el doctor ingeniero agrónomo Ramón Carreres, actual director del departamento.

Los primeros investigadores utilizaban técnicas de planteamiento estadístico de experiencias. En los primeros años, el centro estuvo en un par de ubicaciones en régimen de alquiler hasta que en 1923 el Ayuntamiento de Sueca le cedió un antiguo asilo de ancianos. La Conselleria de Agricultura tiene aparcado un proyecto de permuta los aproximadamente 4.000 metros cuadrados de las actuales instalaciones, que se encuentran dentro del casco urbano, para trasladar el centro al antiguo Teular dels Mànsios y dos hectáreas de arrozal anexas.

La biotecnología

Hoy la ciencia ha puesto en manos de los investigadores una herramienta como es la biotecnología: marcadores moleculares, cultivo de anteras o genómica, «que ayudan a la labor de mejora vegetal en el sentido de precisar el método y acortar el plazo para obtener nuevas variedades», indica Carreres.

Los objetivos son la mejora y obtención de nuevas variedades cuyas plantas no superen los 85 centímetros de altura con la finalidad de que las inclemencias meteorológicas no las tumben. Su ciclo productivo debe ser adecuado a esta zona, el tipo de grano ha de ajustarse a los gustos del consumidor español. Tampoco descuidan los gustos de los países que importan la producción. En Europa prefieren el arroz largo y cristalino. En estos momentos trabajan en la obtención de variedades aromáticas, demandadas en el continente, cuenta Carreres.

Las razones utilizadas para dar nombre a cada variedad siempre han sido distintas. Las hay que han servido como homenaje a uno de los científicos que la hizo posible, como el Jsendra. En otras ocasiones el humor popular ha servido para «rebautizar» variedades. Por las características o particularidades de cada una de ellas, se denominó Alça-pobres o Pessetero por su productividad y buen rendimiento; Enano, por su talla; Mata-matxos, por su resistencia al desgrane en la batuda o trilla con animales; o Assola-cambres porque, debido a su peso, cedió el piso de una estancia donde se almacenaba la cosecha.

Medio centenar de variedades en un siglo de exploración puntera

La actividad del centro de investigación de Sueca ha permitido obtener medio centenar de variedades. Hasta 1923, por selección «en masa» y posteriormente mediante selección «individual o genealógica». A partir de 1929 se inició la producción de nuevas variedades mediante cruzamientos artificiales.

La primera variedad obtenida más destacable fue Balilla x Sollana, obtenida en 1960. En 1966 se cultivó con esta nueva variedad más del 40% de la superficie nacional.

A mediados de los sesenta se obtuvieron las variedades Sequial y Bahía, que gozaron de gran aceptación. En 1968, las semillas del Departamento del Arroz superaban por primera vez a las importadas. En la década de los años 80, se mejoró el Bahía obteniendo la variedad Sénia, que todavía se cultiva en pequeñas cantidades. Luego llegó la Leda y a partir de 1998 se desarrollaron la Baixet, Marjal y Ullal, que consiguen reducir la talla de la mata de un metro a 65-70 centímetros. Ya en el siglo XXI llegaron a Alena (2002), de grano largo y cristalino, y el Jsendra ( 2005). Un año después, el Sivert, Cormorán y Gavina. La últimas variedades que han salido del trabajo del Departamento del Arroz de Sueca han sido la Sarcet y Albufera (2007). e. m. sueca

El grano Albufera ya roza la excelencia

La última variedad salida del laboratorio de Sueca es el Albufera. La cantidad de kilos recolectados por hectárea es inferior a las variedades de calidad culinaria que más se cultivan actualmente en los arrozales situados en el entorno del parque de l´Albufera. Recibida con entusiasmo por muchos restauradores, es similar a la Bomba con la ventaja de que absorbe más los sabores sin perder su soltura e integridad al enfriarse. e.