El Marjal de la Safor, un espacio protegido de 1.250 hectáreas situado entre Tavernes de la Valldigna, Xeraco, Xeresa y Gandia, ya es completamente de la tortuga americana o galápago de Florida. Basta pasear por sus caminos y contemplar las acequias y áreas inundadas para darse cuenta de que en esta primavera el anfibio alóctono ha logrado invadir toda la zona, poniendo en riesgo de desaparición al galápago europeo autóctono que hasta hace unos años se podía encontrar con mucha facilidad.

De poco han servido los esfuerzos de la Conselleria de Territorio, que dispone de una brigada dedicada a retirar ejemplares esta especie de las zonas húmedas, y concretamente de la de la Safor. Tampoco ha tenido éxito el programa europeo Life-Trachemys, que financia actuaciones para impedir que el galápago de Florida prolifere en los marjales mediterráneos y ponga en riesgo, como lo está haciendo, su rica biodiversidad.

Especialmente a primera hora de la mañana es fácil apreciar colonias de estas tortugas acuáticas americanas buscando el calor del sol en los espacios abiertos. Estos animales se caracterizan por ser mucho más grandes que las tortugas de agua autóctonas, y también por su mayor agresividad, aunque no revisten peligro para el ser humano.

De lo que no hay ninguna duda es que el marjal de la Safor, en donde el constante aporte de agua mantiene láminas inundadas durante todo el año, se ha convertido en uno de los espacios con mayor número de galápagos de Florida de toda la Comunitat Valenciana. El animal se introdujo hace muchos años seguramente a partir de los ejemplares que se tiraban vivos después de haber sido comprados en tiendas de animales exóticos.

El biólogo Jesús Villaplana señalaba ayer que la magnífica adaptación de esta especie al marjal de la Safor se debe, entre otros aspectos, a la propia orografía del espacio. Además de ser una zona costera generalmente libre de heladas severas en invierno, la gran cantidad de acequias y de bancales que se intercalan con las láminas de agua recrean su hábitat perfecto, a lo que se une la abundancia de alimentos y la ausencia de depredadores.

Ataques de gaviotas y ratas

El biólogo indica que en los últimos años se ha podido detectar que algunas gaviotas y ratas ya empiezan a atacar a los ejemplares pequeños, lo que podría constituir el principio de una regulación natural de esta especie que, hoy por hoy, resulta imposible erradicar de los hábitats que ha colonizado totalmente.

Esa regulación biológica ya se produjo hace unos años con otra especie americana invasora, el cangrejo de agua. Tras su introducción en los ríos mediterráneos se adaptó con una rapidez tal que llegó a constituir una auténtica plaga.

A partir de ahí el hombre descubrió que era comestible y empezó a pescarlo masivamente y con mucha facilidad. Paralelamente el cangrejo empezaba a entrar en la cadena alimentaria de otras especies animales y, por lo tanto, a ser objeto de caza. Aunque sigue siendo un problema por tratarse de una especie invasora, hoy su presencia en los ríos valencianos ha quedado mucho más limitada.