Parece ser que fue a los napolitanos a los que se les ocurrió celebrar cualquier acontecimiento personal disfrutando de un buen café en su establecimiento preferido y dejar otro "sospeso" para quien no pudiera pagarlo. En tiempos de crisis la tradición napolitana se convirtió en necesidad y a finales de la pasada década nació allí una ONG que trabaja para regular esta especie de solidaridad cafetera haciendo un inventario de los bares y cafeterías dispuestos a colaborar.

El movimiento del "café pendiente" hoy se práctica en Moncada, aunque en este municipio, por iniciativa del panadero Vicente Bernabé , ha adquirido un cariz mucho más básico y urgente. "Hace dos semanas leí lo del café pendiente y me pregunté por qué se hacía con café y no con un producto de primera necesidad como es el pan", explicaba ayer el propietario del Forn de Sant Miquel. El horno ya está ofreciendo a sus clientes la posibilidad de que dejen pagada una barra de pan -o dos, o tres, o las que sean-, al precio habitual de 77 céntimos la unidad. "El otro día vino un chico a propósito y dejó pagadas tres barras, y hoy un hombre ha dejado pagadas cuatro", explica.