Albal

El niño que mueve el mundo con los pulgares

Miguel Camacho sufre una enfermedad muscular rara y se mueve en una silla de ruedas adaptada que maneja con los dedos

El niño que mueve el mundo con los pulgares

El niño que mueve el mundo con los pulgares / ricardo lópez

laura sena albal

Nació hace siete años y a los pocos meses se detectó que tenía una enfermedad muscular poco frecuente. Desde entonces, Miguel Camacho Cantón pelea cada día por mejorar su calidad de vida y, con él, sus padres. Su enfermedad no ha apagado su buen humor y, de hecho, es uno de los niños más populares de Albal, donde reside. Desde hace semanas, un pequeño libro ilustrado cuenta su vida y ha contribuido a mejorar su comunicación, y su venta ha permitido a sus padres adquirir un avanzado sistema que le permite controlar su ordenador con la mirada.

La dolencia de Miguel apenas le permite mover los dedos, por lo que se desplaza en una silla de ruedas adaptada -fue el más pequeño de España en llevarla con el sistema de barrido- que mueve con los dedos pulgares. Necesita un respirador y tiene dificultades para hablar, aunque su sistema cognitivo es probablemente superior al de otro niño.

En el año 2010 ganó el premio Romper Barreras de Toshiba y BJ Adaptaciones al que también optaban otros niños valencianos. Sus padres decidieron participar y mostrar al mundo la cotidianeidad del pequeño para "sensibilizar sobre otras realidades". Además, el premio de 6.000 euros más los 1.500 en ayudas tecnológicas permitieron a la familia adquirir algunos avances, para los que siempre tienen que desembolsar elevadas cifras. De hecho, el equipo tecnológico que utiliza a diario Miguel ronda los 8.000 euros de precio. Miguel utiliza en estos momentos un ordenador por control de mirada de tecnología sueca.

Desde el año 2010, existía en su entorno el proyecto de escribir un libro contando la historia del pequeño. Y finalmente fue realidad con textos de Laura y Andrea Díaz Escorcia, y las ilustraciones de su prima María Soler. "Para un luchador del día a día, para un campeón que triunfa con su mirada, para alguien del que todos debemos aprender", dice una de las dedicatorias del cuento. Para editarlo, el pueblo de Albal se movilizó y, de hecho, los fondos salieron de la venta benéfica de un bocadillo gigante que elaboraron los horneros locales.

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