La alcaldesa de Estivella, María Jesús Ramón (PP), admitía la gran preocupación vecinal existente en Estivella sobre el mal estado de la masía de Barraix cuando hace sólo unos años lucía radiante, recién remodelada, con todo tipo de equipamiento, desde amplios salones a cocinas, comedor, aire acondicionado, habitaciones individuales con baños y bonitos jardines.

Ramón apuntaba que el gobierno local «ha hecho numerosas gestiones» desde que llegó hace dos años «para solucionar este asunto y pedir medidas a la diputación, que es propietaria del inmueble» y ha avisado continuamente en cuanto ha detectado nuevos asaltos «porque más no podía hacer».

Su predecesor en el cargo y exdiputado provincial que instó a comprar, rehabilitar y transformar la masía en centro turístico, el socialista Robert Renau, también lamentaba «que un sitio tan emblemático esté así por la dejadez de unos y otros, sobre todo, de las Administraciones».

La privatización fue «un error»

No obstante, consideraba que el error fue que la diputación presidida por Fernando Giner (PP) sacó a concurso la explotación del complejo y lo confió a una iniciativa privada pues esta medida, según afirmaba, impidió llevar a cabo el proyecto de gestión pública «que defendíamos entonces tanto el ayuntamiento como el primer presidente de la diputación que se implicó en este asunto, el fallecido Manuel Tarancón». A su juicio: «Si tras la obra se hubiera puesto en marcha desde lo público, habría estado en uso y menos a merced de los ladrones. Y aunque no hubiera sido rentable económicamente al 100 %, sí lo habría sido desde el punto de vista social porque realmente creo que no toda inversión pública haya que medirla sólo por el rasero económico».