Francesc Serralta, cabeza de lista del Bloc-Compromís de Xeraco, asumió a mediodía de ayer la alcaldía de esta localidad tras prosperar la moción de censura que su partido y el PSPV-PSOE presentaron hace diez días al alcalde del PP, Avelino Mascarell.

El pleno fue tenso. Con un salón de sesiones lleno a rebosar por parte de vecinos de la localidad y, como suele suceder en estos casos, con división de opiniones y aplausos después de cada discurso. Solo en dos o tres ocasiones el presidente del pleno y exalcalde socialista, Ferran Bofí, tuvo que solicitar educación y respeto para que cada concejal expusiera sus planteamientos a favor o en contra del relevo en la alcaldía.

En realidad, parte de esa tensión estuvo avivada por los propios concejales. Avelino Mascarell, Francesc Serralta y Ferran Bofí optaron por discursos llenos de reproches mutuos sobre la gestión al frente del Gobierno local en esta legislatura y en la anterior.

Ferran Bofí, el más duro de todos, le reprochó a Mascarell que en dos ocasiones le acusara de actos de corrupción. En primer lugar cuando dijo que tenía intereses particulares en el terreno para ampliar el colegio y, en segundo, cuando lanzó sospechas sobre un proyecto contra inundaciones en la playa en el que, según señaló el alcalde del PP, no se había invertido el dinero que figuraba en los informes técnicos.

Avelino Mascarell defendió su gestión y especialmente la reducción de la deuda municipal de 1,2 millones a los actuales 600.000 euros. «He sido feliz trabajando por el mejor pueblo del mundo», concluyó no sin antes lanzar el desafío: «volveremos al lugar de donde no tendríamos que haber salido nunca». De esas palabras se desprende, obviamente, que volverá a ser candidato a la alcaldía.

En la calle, unas 50 personas esperaron a Avelino Mascarell para abrazarle. También Francesc Serralta se encontró a la salida con un grupo de incondicionales.