Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El último acantilado se deja conquistar

Otro desmonte preludia las obras de un nuevo chalé de lujo en un tramo litoral que vive un inusitado trajín urbanístico Los arquitectos dejan su sello de autor

El acantilado de la cala de la sardinera atrae proyectos singulares.yestas dos viviendas las han diseñado David Leschinski Ivanov y Manuel Lillo Navarro.La casa de la Sardinera, proyectada por el arquitecto valenciano Ramón Esteve.José Moragues Puga ha diseñado el chalé que se construirá en la parcela del último desmonte.

El acantilado imprime prestigio. Los arquitectos, de siempre, han buscado lugares especiales para desarrollar sus obras. La Casa de la Cascada, de Frank Lloyd Wright, es el paradigma. En Xàbia, la nueva arquitectura le ha perdido el miedo al abismo. El acantilado del Portitxol, en concreto el tramo que corona la cala de la Sardinera, vive ahora un inusitado trasiego urbanístico. Cuando no se mueve ni un ladrillo, aquí hay tres chalés de lujo en obras y ahora se ha realizado un desmonte para un cuarto. Este acantilado, que se había librado milagrosamente de la vorágine urbanística de hace unos años, se ha convertido en un pedestal para arquitecturas que aspiran a marcar tendencia.

Este diario ya adelantó que aquí se está edificando un chalé diseñado por el arquitecto valenciano Ramón Esteve. Lleva por nombre la Casa de la Cala Sardinera. Combina planos de hormigón horizontales y verticales y tiene un aire cubista. Su creador concibe cada espacio casi como un mirador independiente. El chalé está en el vértice del acantilado. Cuando sus propietarios estén en las dependencias del norte, otearán la costa más antropizada de Xàbia, la de l'Arenal, el Muntanyar y el Puerto. Y, al fondo, verán el Montgó y el Cap de Sant Antoni. Mientras, desde las estancias del sur, divisarán los acantilados del Portitxol y el Cap Negre. Y, enfrente, tendrán el Cap Prim y el horizonte despejado del mar Mediterráneo.

Los arquitectos David Leschinski Ivanov y Manuel Lillo Navarro firman los otros dos proyectos que están ya avanzados. Tienen la misma autoría, pero son muy diferentes. Uno, de blancos muros de hormigón y con la cubierta formando dos suaves triángulos, casi parece inspirarse en las ermitas de Xàbia. Sus vanos verticales, que asemejan troneras, refuerzan esa idea. Sin duda, transmite un cierto misticismo. Sin embargo, el otro chalé remite totalmente a la arquitectura moderna. Los planos horizontales enmarcan grandes cristaleras. Toda la vivienda funciona como un mirador abierto al mar.

El otro arquitecto que se ha subido al acantilado es José Moragues Puga. Las obras de construcción no han comenzado. Sólo se ha efectuado el desmonte. Su proyecto es el que, a priori, parece más clásico. Este joven arquitecto, que es hijo del exalcalde de Xàbia, Juan Moragues, también da gran importancia al cristal. La vivienda es casi una vitrina. La diferencia es que aquí no se mira de fuera a adentro, sino al revés. Serán los propietarios del chalé los que tengan al alcance de la mano el espectacular paisaje.

Así pues, el último acantilado de Xàbia (los de la Granadella no cuenta, ya que es un paraje protegido) se ha dejado conquistar por la arquitectura de autor.

Pero la actividad urbanística de este tramo litoral es un espejismo. Ahora mismo, en Xàbia, sólo se construyen chalés de lujo. Es, claro está, un mercado exclusivo y, por tanto, muy minoritario. Los chalés de entre 200.000 y el medio millón de euros, que son los que solían levantar los constructores locales, no tienen mercado. Este segmente está saturado por el gran stock de vivienda de segunda mano.

Compartir el artículo

stats