La piscina cubierta de Benetússer y el centro deportivo anejo a ésta ya están cerrados. La gestora, que mantiene un litigio desde hace meses con el ayuntamiento, salió de las instalaciones el pasado sábado, tal como anunció a finales de febrero, pero «sin devolver las llaves del complejo» al consistorio, según denunció la alcaldesa, la popular Laura Chulià. Para la mandataria, ese comportamiento «es un claro ejemplo de abandono del servicio».

En el momento del cierre la empresa contaba con un millar de abonados, aunque ya hacía semanas que ni siquiera disponía de gas con el que templar el agua de la piscina u ofrecer agua caliente en las duchas. La sumistradora le cortó el servicio por los impagos que arrastraba, una deuda que según fuentes municipales «no superaba los 2.000 euros, una cantidad ínfima para una firma del tamaño de la adjudicataria».

El sábado 15, día previsto de cierre y anunciado mediante carteles colgados en el interior y el exterior del recinto deportivo, la encargada de las instalaciones se acercó al contiguo retén de la Policía Local «y les dijo que se iban», relata Chulià. Sin embargo, antes de eso «la gestora no comunicó oficialmente al ayuntamiento ninguna clausura de la piscina». El consistorio, insiste la alcaldesa, «sí le había indicado, sin embargo, que el mero concurso de acreedores no era una causa de resolución en sí mismo, e incluso se le avisó de un posible secuestro del complejo deportivo».

La advertencia no amedrentó lo más mínimo a la adjudicataria, que ha echado definitivamente el cierre y ha obligado a sus antiguos usuarios a un éxodo hacia las poblaciones limítrofes.