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Desesperado por los tañidos

Toque de atención en Sueca

Un vecino protesta con una huelga de hambre contra el ruido que tiene «metido en el cerebro» de unas campanas

Toque de atención en Sueca

Vicente Vivas, de 71 años, está de los nervios. El domingo por la noche finalizó una breve huelga de hambre en señal de protesta por la desinterés con la que el ayuntamiento aborda sus reiteradas denuncias por el ruido generado por las campanas de la Parroquia del Carmen de Sueca. La huelga de hambre ha tenido una corta duración pero para él ha sido muy dura.

Vicente sufrió un infarto en la Nochebuena de 2011 y presenta un cuadro clínico preocupante por otras patologías. Durante los últimos días de la pasada semana dejó de medicarse. Toma una pastilla por la mañana, cuatro al mediodía, otra por la tarde y cinco más por la noche. Familiares y amigos le convencieron para que abandonara el ayuno porque su vida ha de ser lo primero. «Tengo las campanas metidas en el cerebro», afirma. «Estoy destrozado», admite cabizbajo.

El afectado denunció formalmente ante el ayuntamiento en noviembre de 2009 el ruido generado por las campanas. La respuesta fue inmediata y el entonces concejal de Servicios Municipales comunicó que tomaba nota de la petición y que había dado las órdenes oportunas para que los técnicos del consistorio realizaran las oportunas mediciones acústicas. La reclamación se repitió en abril de 2010 ante la inactividad municipal. Y en diciembre de 2012 volvió a quejarse por escrito ante el ayuntamiento.

La única de las mediciones acústicas de la que Vicente Vivas tiene constancia se llevó a cabo en julio de 2013. Tan sólo se hizo de las señales horarias del reloj de la parroquia y se obvió el volteo de las campanas. El informe técnico municipal calificó la actividad de «molesta» al superar el máximo de decibelios permitidos por la ley de noche y encontrarse al límite de día. Por ello, dictaminó la necesidad de adoptar medidas correctoras, como por ejemplo, no hacer uso de las campanas entre las 22 horas y las 8 de la mañana siguiente.

El funcionario municipal admitió que no se ha practicado la sonometría durante un volteo de campanas «sino durante los martilleos que señalan las horas y los cuartos. Por tanto, precisaba el informe «se tienen dudas de que durante un volteo se esté, incluso, dentro de los parámetros para el horario diurno». «El volumen de las campanadas del reloj de la iglesia se redujo notablemente, pero sólo cumplieron el horario durante unos quince días», asegura el afectado.

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