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Restauración

Un cantero para el siglo XXI

El escultor afincado en Alzira ejerce un oficio en peligro de extinción que, sin embargo, ofrece grandes posibilidades laborales

Un cantero para el siglo XXI

«Contra la piedra no hay superhombres, hay técnica». El cantero de Alzira Natxo Latorre lo tiene claro: «Para obtener los productos que se obtenían antes hay que trabajar como se trabajaba antes». Con ello, se ha erigido en los últimos tiempos como uno de los pocos canteros que aún quedan en la actualidad y se encuentra restaurando la puerta neoclásica del Monasterio de Santa Lucía de la capital ribereña, también conocido como el Convent de les Llúcies, un conjunto conventual renacentista erigido durante el siglo XVI del que subsisten el claustro y la nave y la fachada de la iglesia.

Latorre, procedente de la ciudad de Valencia pero vecino de Alzira desde hace más de un lustro, realizó un proyecto de restauración del importante centro histórico al observar el acelerado proceso de degradación, que incluso ponía en peligro a los viandantes de la zona de la Vila alcireña. El ayuntamiento aceptó el proyecto y a través de una subvención de la Generalitat Valenciana ha destinado alrededor de 38.000 euros para una remodelación que se prolongará, más o menos, hasta febrero. Según el cantero, la puerta del convento pudo realizarse con material de baja calidad de la Ribera del Xúquer. Licenciado en Bellas Artes y escultor («a priori») de profesión, Latorre ha apostado ahora por piedras de una calidad mayor de Alzira pero también importadas de Novelda. Su día a día se familiariza con instrumentos como la gradina curva, el cincel o la maceta griega. Todo para conseguir productos completamente artesanales que reproducen al detalle las piezas originales diseñadas hace cinco siglos.

Realmente el alcireño trabaja como un escultor con rocas de cantera, a las que mima de forma metódica para convertirlas en las piezas que sustituirán a las originales en el espacio histórico del Convent de les Llúcies. Según él, su «obra» se alargará en el tiempo mucho más que las piezas originales, pudiendo durar mucho más de quinientos años, teniendo en cuenta también la mayor protección que ahora recibe un patrimonio que anteriormente fue maltratado impunemente durante siglos. El escultor se encuentra en la actualidad restaurando la parte baja de la fachada, posiblemente la más debilitada, por ejemplo, por el impacto durante décadas de ruedas primeros de carros y después de coches y camiones. Latorre es un amante de los trabajos escultóricos realizados a través de la historia. Como licenciado, controla al dedillo un sinfín de artistas y sus obras, a los que busca copiar con sus metódicos trabajos.

«Metro, lápiz y escuadra»

«Los mejores amigos del cantero son el metro, el lápiz y la escuadra», relata. Tras salir de la facultad, el alcireño estuvo diez años trabajando como aprendiz, ingiriendo trucos que hoy utiliza por ejemplo para extraer de grandes rocas las piezas con las que después trabaja. «El trabajo de cantero es el muy esclavo y muy perfeccionista, prácticamente obsesivo», aduce. Latorre trabajó anteriormente en la Catedral, la Basílica o las Torres de Quart de Valencia. «Lo más importante en este trabajo no es la rapidez sino la similitud con lo antiguo, que las piedras que consigues no sean una agresión a la obra original», dice.

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