Arte y vida caminan de la mano por las calles de Faura. Espacios públicos, plazas, rincones, comercios o pequeños negocios e incluso las vias de acceso a la localidad han sido sometidos a la acción del arte dramático y la danza. La relación del ciudadano con su espacio vital, la interacción involuntaria y cotidiana del cuerpo con su localidad ha sido manipulada por los directores de una experiencia pionera en Faura para crear sensaciones y sobretodo mayor consciencia tanto del espacio interno como del externo.

Pere Bodí y Alexsandro Guerra han apostado por el taller de danza en arquitecturas urbanas. La apuesta de estos dos profesionales de la danza clásica y contemporánea se presentaba como un Taller de Arquitecturas corporales y arquitecturas de relación enmarcadas en la arquitectura de Faura. «Hemos querido explirar las configuraciones corporales en relación con el ambiente. Hemos intentado focalizar la experiencia en la propia conciencia corporal y las relaciones entre espacio interno-externo; los objetos y diversos espacios de Faura», apuntaba Pere Bodi.

La propuesta de estos dos profesionales de la danza parte desde la premisa de la participación y la implicación ciudadana. «No hemos querido exigir cualidades, sencillamente hemos creado grupos de participación ciudadana; todos aquellos que deseaban experimentar con el cuerpo, sus emociones y sentimientos se apuntaron al taller y con su disposición hemos intentado despertar el potencial creativo y transformarlo en movimiento coreográfico con intención comunicativa y valor dramático», aseguraban los bailarines.

La proyección internacional de ambos bailarines ha despertado el interés entre la ciudadanía de la Vall de Segó, que a pesar de la excepcionalidad de la propuesta han aceptado el reto.

«Una gran experiencia»

Esta apuesta por redescubrir el propio yo corporal en interacción con lo local ha sido sumamente valorado por los participantes. Muchos de ellos descatacron la posibilidad de crecimiento personal y emocional que han logrado con la experiencia. «Ha sido como entrar en otro universo personal. Todo cuanto te ayuda a construirte por dentro te permite hacerte más fuerte», afirmaba Yolanda Ripoll , vecina de Faura.

«Ha sido una experiencia fundamental para superar la timidez, hemos podido aprender a conocernos mucho mejor e interactuar con nuestros cuerpos y movimiento con otras personas y en entornos diferentes. Una propuesta que nos deja con ganas de más», explicaba Juan Camarelles, uno de los participantes.