Sobre las cuatro y media de la tarde, el fuego que afectaba a Pego ha rebrotado. Concretamente lo ha hecho en la zona del Barranc de l'Infern y en la zona ya trabajan varios helicópteros para sofocar las llamas lo antes posible. De hecho, la carretera entre Pego y la Vall d'Ebo ha vuelto a ser cortada.

Ni siquiera desde el techo del incendio (la cresta de los repetidores de Pego) se alcanzaba ayer a vislumbrar la magnitud de la catástrofe. Se atisbaba un horizonte de ceniza. El fuego que se inició en la mañana del jueves por una quema de rastrojos en la Vall d´Ebo ya ha carbonizado 1.715 hectáreas de montaña. Ese fue el primer balance provisional que efectuó ayer la directora autonómica de Emergencias, Irene Rodríguez. Pero el fuego mantuvo ayer dos frentes activos, el del Castell de Benirrama, en la Vall de Gallinera, y el del Barranc de l´Infern, todavía en término de Ebo, aunque en el linde con el de la Vall de Laguar. Al caer la noche y retirarse los medios aéreos, la montaña seguía humeando, pero ya no se veía llama. Los efectivos de extinción, unos 300 entre bomberos, brigadas forestales y militares de la UME, continuaban refrescando la zona para evitar que los rescoldos se avivaran.

Este incendio es ya el más importante por superficie de los últimos 20 años en las comarcas de Alicante. El que se declaró el pasado mes de septiembre en el Montgó devoró 444 hectáreas. También entonces se movilizó tarde y con órdenes contradictorias a los medios aéreos.

El pueblo más afectado por este incendio ha sido, finalmente, Pego. Su concejal de Medio Ambiente, Andreu Dominguis, reveló que han ardido 975 hectáreas del municipio, lo que representa el 20 % del término municipal. Parajes de gran valor forestal como la Figuereta o el Miserat han quedado carbonizados.

Las llamas incluso hicieron cima en los repetidores de Pego. Desde allí ayer se divisaba un paisaje desolador. El fuego bajó por aquí al desfiladero que separa esta montaña del Castell de Benirrama. Se acantonó en esta zona de difícil acceso. Los helicópteros y los aviones (dos de ellos de gran capacidad) realizaban constantes descargas. Mientras, en el otro foco, el del Barranc de l´Infern, los helicópteros entraban con tiento en el cañón. El viento no soplaba ayer con fuerza y la temperatura, abrasadora el jueves (llegó a 42 grados), era mucho más fresca. Las condiciones meteorológicas eran ayer más favorables.

Los desalojados ya habían regresado todos ayer a sus viviendas. Las llamas habían cercado casas en las partidas de Verdales, el Calvari y les Comes, en Pego; en el inicio de la carretera que sube a la Vall d´Ebo, y en la ladera de l´Ombria, en l´Atzúbia. Todas esas viviendas, unas cincuenta, se desalojaron el jueves. Sin embargo, los vecinos era reticentes a marcharse. El alcalde de l´Atzúbia, Josep Vidal, relató ayer que los residentes querían hacer frente al fuego y le preguntaban insistentemente que dónde estaban las fuerzas de extinción.