Fidel Clemente, alcalde socialista de Sinarcas, recibió ayer el homenaje de cientos de vecinos en su despedida de la vida pública. No es un adiós definitivo. «El Fide», como le conocen en Sinarcas, seguirá paseando las calles de su pueblo, haciendo de confesor, escuchando, atento a cualquier oportunidad de progreso aplicable a esta población valenciana de frontera en la que ha gobernado durante 28 años.

Ayer recibió el cariño de su familia, de sus allegados y compañeros de partido, aunque también de buenos amigos del Partido Popular porque Fidel, se enorgullecía de ello, siempre gobernó para todos «aunque alguno de ?los míos? no lo entendiera».

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, estuvo muy presente en el acto. Era la primera vez que visitaba un pueblo valenciano en su condición de Molt Honorable y lo hizo «orgulloso» en Sinarcas. Justo antes de irse a Madrid a entrevistarse hoy con el rey de España, Felipe VI, Puig se detuvo en Sinarcas para homenajear a Fidel.

Puig reivindicó con fuerza y orgullo la vocación política, la entrega desinteresada al servicio de los demás y la honradez de políticos como Fidel Clemente; habló de la importancia de tener como referentes los mismos vecinos con los que uno se encuentra ineludiblemente por la calle, de escucharles y de gobernar desde el primer día y siempre «para ellos». Puig, alcalde antes que presidente, miraba cómplice a Fidel Clemente para reivindicarlo todo desde la óptima del municipalismo, un «vicio» que Puig desarrolló en Morella y que Fidel ha ejercido durante 28 años en Sinarcas.

Hubo palabras de afecto y mucha emoción contenida. Fueron muchos, políticos, familiares y amigos los que hablaron del «Fide», quien aludía también a sus maestros y amigos como «el Judas» o a su compañero inseparable Julio Viana como «el Waldo», el mismo que todas las mañanas, a las siete, «abría las calles» de Sinarcas para Fidel y ahora lo hará para la alcaldesa María José Clemente.

Fueron parlamentos hechos desde el afecto en los que se habló con insistencia de sus defectos, o quizá no: su militancia culé y la pasión desmedida que ponía en sus proyectos y que solo su mujer, Pilar, era capaz de atemperar.

Fidel Clemente, que comenzó su carrera política salvando una cooperativa arruinada, fue pionero en el turismo rural en «Las Viñuelas», intentó cultivar trufas y nogales en Sinarcas, inventó la diplomacia del rebollón y recuperó la recolección de resina y la vieja harinera, habría viajado hasta la luna con tal dar empleo en su pueblo y ayer se lo agradecieron.

No hubo glamour, pero sí mucha emoción, desbordada a veces con los vecinos en pie. El micro amagó varias veces con acoplarse, la sala se quedó a oscuras y el video con los logros de Fidel, con ser muchos, pasó sin pena ni gloria. No hubo efectos de sonido, ni luces estratosféricas, ni músicas épicas. Solo Vangelis, como en la vieja escuela socialista, aderezados de citas de Sabina. Obviamente, «el bigotes» y todo lo que ha representado estaba lejos, muy lejos, de Sinarcas, lo que aprovechó Puig para reivindicar una imagen de la Comunitat Valenciana «honesta y trabajadora» como la que representa Fidel. Fue un acto sencillo, barato y pagado a escote por los vecinos que no incrementará la inexistente deuda de Sinarcas.