Paterna celebra esta madrugada su gran Cordà. Como es tradicional, los cohetes inundarán la calle Mayor de la ciudad y los vecinos de esta vía podrán observar el espectáculo desde sus ventanas y balcones. Una ventaja para muchos, por tener esa posición privilegiada, pero que también tiene su contrapartida.

Paqui lleva toda su vida siendo vecina de la calle Mayor. Por ello, el día de la Cordà se ha convertido una tradición para ella y su familia. «Tenemos el honor de poder seguirla de cerca y solemos compartir nuestra casa para que los demás puedan disfrutar también. Es muy emocionante», explica. Asegura que le encanta ver los preparativos previos al inicio del fuego: «vemos cómo pintan en el suelo los números de los puestos y cómo los tiradores suelen poner sus nombres e incluso dedicatorias a sus seres queridos».

La hermana de Paqui, Mercedes, también piensa lo mismo e incluso muchos años acude a su casa para poder disfrutar del espectáculo. «También nos gusta mucho ver cómo el camión con la pólvora entra o cómo se enciende la mecha pero, sin lugar a dudas, el momento más emocionante es cuando los tiradores ocupan sus puestos», cuenta Mercedes. «Lo vivo con tal emoción que, cuando empieza, se me pasa hasta el cansancio», añade Paqui. Ambas explican que en la casa solo hay una norma y es que quien sale a ver la Cordà al balcón, en vez de seguirla a través de la ventana, ya no puede entrar para evitar que penetre más humo.

P0r su parte, Joaquín Ballester cree que para el «paternero de cuna» es «una satisfacción poder disfrutar de la Cordà en primera persona» y poder invitar a sus allegados para que compartan ese día tan especial con ellos. De hecho, en casa de sus padres es tradición seguir cada año en familia la manifestación de fuego más espectacular de cuantas se celebran en la ciudad. No obstante, es consciente de los problemas que se generan para otros vecinos. «Hay personas mayores o gente que es asmática a las que les molesta el humo y la pólvora. Este tema tendremos que planteárnoslo algún día y buscar una solución buena para todos. Por ejemplo, el ayuntamiento podría hacerse cargo del coste de un hotel esas personas». También se plantea otras alternativas como «estudiar si hay otro tipo de cohete que desprenda menos humo».

Sin embargo, los hay que tienen una opinión diferente. Ceferina se muestra muy molesta porque año tras año la cordà se celebre en la misma calle. «No supone ninguna ventaja porque cuando la Cordà arranca todo empieza a llenarse de humo y no puedes ver nada», relata. Explica que, aunque cierre todas las ventanas, la casa se llena de la grasa negra de la pólvora: «yo ya estoy mayor como para tener que tirarme dos días limpiando la casa a fondo por culpa de los cohetes. Lo mismo pasa con las fachadas, se quedan echan un asco y no se hacen cargo de limpiarlas».

La misma postura mantiene Mariana, que también es vecina de la calle. «El ayuntamiento debería hacerse cargo de los desperfectos. Me queman el toldo y no se hacen responsables. Deberían ir alternando de calle para que la fiesta de unos no nos salga siempre cara a los mismos», detalla. Además explica que, aunque el ayuntamiento les ponga las verjas metálicas para protegerlos, hay cohetes que a veces se quedan enganchados en ellas: «es un peligro porque si uno de esos te explota al lado del cristal de la ventana, te lo revienta». Esta vecina explica que no cree que sea correcto que la calle principal del municipio esté «tan sucia» a causa de la cordà.

En definitiva, elogios y críticas a unos de los actos con más trascendencia de las fiestas en las que se quema más pólvora que en la «mascletà» de Fallas. Son las dos caras de una Cordà reconocida internacionalmente.