Ana sufre desde que nació de osteogénesis imperfecta, también conocida como la «enfermedad de los huesos de cristal». Pese a ello, según reconoce, aspira a ser «independiente dentro de la dependencia». Y, en cierta medida, lo consigue. «Tengo mis limitaciones, pero con la silla mecánica, una vez llego a Valencia ya soy una más. Soy prácticamente autónoma», explica. Cada día se medica religiosamente para evitar el dolor y para conseguir preservar la fuerza mermada de sus huesos. Sin embargo, el autobús que debería unir las ciudades donde vive y estudia, Utiel y Valencia, se ha convertido en una barrera difícil de salvar. d. l. valencia
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