La problemática parece que está lejos de solucionarse. La plaga de jabalíes asentada en las montañas de la comarca, unida a la sequía que desde hace algunos años afecta al territorio valenciano, está provocando que sea asiduo observar a estos mamíferos por zonas cercanas a los núcleos urbanos, además de ser muy patentes sus efectos en los huertos agrícolas porque, en su búsqueda de alimento y agua, destrozan las instalaciones que los labradores habilitan con esmero. La situación se ha complicado hasta niveles que los jabalíes están siendo ya parte del paisaje en territorio de arrozal, en la Ribera Baixa. Según los expertos, la presión cinegética en algunas poblaciones de la comarca y la menor tradición de caza en la marjal está provocando el desplazamiento de amplias poblaciones a las zonas bajas, en las que han empezado a tomar medidas especiales para afrontar el problema.

También en Sueca se han producido avistamientos. A pesar de la crítica de algunos agricultores, las medidas extraordinarias aprobadas hace años han hecho que la caza del jabalí prácticamente se expanda durante todo el año y las posibles causas de la propagación más bien se relaciona con la falta de eficacia de los cazadores ante tal población de animales.

«Este año están causando muchos problemas incluso en las zonas bajas del arroz, a las que acceden como siempre por los barrancos y ríos. Las partes altas de las montañas están padeciendo una sequía brutal y escasea allí el alimento y el agua. Se ha roto el equilibrio porque está población de jabalíes ya no es controlada y las administraciones no hacen nada porque en la actualidad parece que es peor matar una lagartija que a una persona. Espacios como la Murta o la Casella están protegidos y es muy complicado que los cazadores puedan hace batidas para controlar las poblaciones, por lo que campan a sus anchas y acaban destrozando las cosechas de los agricultores cuando se ven obligados a bajar a las partes bajas», expone el vicepresidente de AVA-Asaja, Bernardo Ferrer.

Los jabalíes destrozan el sistema de riego por goteo porque en los dispensadores aparecen, por la humedad, larvas o caracoles. Los mamíferos salvajes escarban en la tierra para encontrarlos y arrancan la canalización.

«Si lo que se quiere con la inacción de las administraciones es conseguir un hábitat salvaje en el que los animales puedan campar libremente, se ha llegado tarde porque las montañas están plagadas de casetas en las que los humanos invaden estos espacios. Ahora empieza el buen tiempo y muchos van a subir y es peligroso», añade Ferrer.

Para el agricultor José España, «la situación es más preocupante que el año pasado. Los jabalíes destrozan las plantaciones pequeñas de naranjas o caquis. Sólo es efectivo cuando los campos están cerrados por los cuatro lados, pero eso es muy caro económicamente para muchos agricultores a los que la tierra casi no les da beneficio en los últimos años».

Bernardo Ferrer culpa también al Ayuntamiento de Alzira porque «no tiene presupuesto para la agricultura y cada vez hay más campos abandonados. No se tiene en cuenta al sector y no se le escucha en las reuniones. Hay demasiados informes que alertan sobre la situación preocupante del sector primario».