Recreación histórica y fantasía. De esa intersección volvió partir la Entrada de Moros y Cristianos de Ontinyent de este año, que se extendió hasta bien entrada la madrugada del sábado. Danza, teatro y música se trenzaban en un desfile presidido por las carrozas y el paso de los festeros por un recorrido atestado de espectadores. Entre los asistentes, el president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, que estuvo acompañado por el alcalde de Ontinyent y presidente de la Diputació de València, Jorge Rodríguez, estuvieron en el arranque de la entrada cristiana y después presidieron la tribuna donde también acudieron los consellers de Sanidad y Economía, Carmen Montón y Rafael Climent, respectivamente.

Miles de personas llenaban los asientos de la Avenida Almaig, la Avenida Daniel Gil y la Plaza de la Concepción, para contemplar en primer lugar la capitanía cristiana de la comparsa Contrabandistas, ambientada en la lucha de principios del siglo XIX contra los invasores de Francia. La simulación de combates, espectáculos eqüestres y mucho colorido al ritmo de pasodobles predominaron en un boato que cerró el capitán Vicente Marrahí.

El desfile de las comparsas del ejército cristiano lo cerraba el boato de la embajada de los Marineros, con una ambientación ligada a la mar, tanto por las carrozas de barcos como por un espectacular ballet donde estaban representados sirenas, pescados o una gran serpiente marina.

Ya por la noche, el desfile del bando moro lo abrió la capitanía de los Abencerrajes, que recreaba las luchas por el poder en el Emirato de Granada. El desfile de los moros lo cerró la embajada de los Taifas, donde se recuperaba la historia de los primeros reyes de taifas en Valencia, creadores del organismo que derivaría en el Tribunal de las Aguas. Originales carrozas coronadas por una gigantesca tarántula precedíeron la llegada de Paco Micó y Jordi Martí, embajador y abanderado, representando a Mubarak y Muzaffar, administradores de las acequias de Valencia.