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Toda historia que se precie tiene un origen, un momento que sirve de punto de partida. Ésta da sus primeros pasos en diciembre del año 2010. El grupo valenciano Obrint Pas se encontraba en Japón dando un concierto al que acudió Sou.

La dolçaina es un instrumento exótico para los nipones, pero su particular sonido le encandiló: «Allí no tenemos nada que suene parecido, sus notas son muy buenas, muy bonitas y por eso me gustó tanto», explica. Dejó de lado la guitarra y repescó de YouTube algunos de los temas del grupo valenciano para intentar aprender: «Yo ponía el vídeo, lo escuchaba, e intentaba repetirlo, repetía el proceso hasta que me parecía que lo hacía bien», relata Sou.

Cualquiera que haya intentado tocar la dolçaina sabe de su complejidad. Hacerlo de oído, lo sobrepasa. Aunque, por suerte, aquí tiene buenos profesores. Su intención es permanecer aquí hasta noviembre y formarse con algunos de los mejores, como es el caso de Miquel Gironés (dolçainer de Obrint Pas) e Hipòlit Agulló (maestro del instrumento nacido en Cocentaina).

Cuando vuelva a Japón seguirá compartiendo las notas de la dolçaina con los suyos, como lleva haciendo un tiempo. En la compañía de teatro donde trabaja realiza algunas composiciones con la dolçaina como protagonista.