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Muere el Pi de la Bassa, una de las joyas de los montes valencianos

El árbol más emblemático de la Serra Calderona no supera la plaga de tomicus. Los técnicos, que calculan que tenía alrededor de 200 años, podrán determinar ahora su edad exacta

Estado en que ha quedado el Pi de la Bassa tras la plaga.

«Si la montaña es un tesoro, los árboles monumentales son las joyas de ese tesoro». Con esa metáfora explica el secretario autonómico de la Conselleria de Medio Ambiente, Julià Álvaro, el valor que tienen estos ejemplares. Una de esas joyas, el Pi de la Bassa, una de las piezas más emblemáticas de la Serra Calderona, ha sucumbido ante la voracidad del tomicus y la sequía que acecha la Comunitat Valenciana.

En el término municipal de Serra, en plena subida al Monasterio de Porta Coeli, el Pi de la Bassa ha dado sombra con su voluminosa copa a miles de visitantes en los alrededor de 200 años que calculan los técnicos que ha permanecido allí, según explica Álvaro. «Ahora, con los próximos análisis, podremos saber exactamente qué edad tenía», confirma.

Dos han sido los principales verdugos de este árbol catalogado como monumental: la sequía y el tomicus. El Pi de la Bassa asentó sus raíces a la vera de un pozo muy potente pero que con el tiempo se fue secando, lo que contribuyó a que se debilitara. A ello se sumó una plaga de tomicus, un insecto que cava galerías en los troncos de los árboles dificultando la circulación de la sabia. Álvaro no duda en achacar el avance victorioso de este insecto a la ausencia de brigadas de plagas entre finales de 2014 y principios de 2015, momento en que el PP gobernaba en la Comunitat Valenciana.

Cuando se detectó su presencia, la conselleria inició una serie de tratamientos de endoterapia para eliminarlo y recuperar este ejemplar arbóreo. La «medicación» no fue suficiente. El enfermo estaba ya crítico. «Al principio parecía que funcionaba, pero al final no fructificó», admite el secretario autonómico. «En otras circunstancias habría aguantado», asegura.

La pérdida ya se ha consumado y en su lugar se plantará un árbol de otra especie y una placa que homenajeará al que fue uno de los símbolos de toda la Serra Calderona.

Referentes de la montaña

Pero como el Pi de la Bassa en el Camp de Túria hay muchos otros árboles que son verdaderas joyas en nuestros montes. Algunos lo son por su envergadura, otros por su edad o simplemente por su extravagancia. Pero aportan muchas más cosas: «Nos dan a conocer la evolución de los bosques y son referentes que singularizan el valor de la montaña», revela Álvaro.

«Hemos procurado invertir y trabajar en ello», insiste tras recordar que en 2014 se dedicaban cero euros a esta labor mientras que en 2016 se han gastado 190.000 euros y en 2017 pretenden incrementar la partida presupuestaria.

Esa labor por parte de la conselleria no sólo se basa en encontrarlos y catalogarlos. «Hemos hecho 40 intervenciones en sólo dos años que tenían que ver con afectaciones por plagas, sequías o la incidencia del ser humano». En concreto, Álvaro recuerda que se han restaurado dos núcleos emblemáticos: las sabinas monumentales del Alto Turia y el Rincón de Ademuz y los robledales del Rivet de Benassal.

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