Son las diez de la mañana y una fuerte columna de humo negro sobresalta a los conductores que circulan por las inmediaciones del centro comercial de Xàtiva. Un contenedor portuario arde en las instalaciones del antiguo matadero municipal y un grupo de más de una decena de bomberos se afana en sofocar las llamas. La alarma queda pronto desactivada. El incendio es una de las pruebas prácticas controladas que han de superar los interinos del Consorcio procedentes de toda la provincia para hacerse un hueco en alguno de los parques valencianos.

El órgano de los bomberos controlado por la diputación ha mudado a la capital de la Costera uno de sus centros de formación. La actividad ha comenzado a dar una nueva vida al complejo del matadero, cedido por el ayuntamiento. Desde su cierre en 2011, permanece abandonado, sin uso y víctima del saqueo y del deterioro 2011. De momento, solo se han trasladado los contenedores y el aprendizaje se focaliza en los exteriores del edificio, aunque en un futuro se prevé ampliar la oferta formativa.

Los depósitos ignífugos simulan el interior de una vivienda. Los candidatos entran en contacto con fuego real y aprenden a lidiar con las condiciones más adversas en las que podrían verse envueltos durante el incendio de un domicilio. Una madera de aglomerado arde en el interior del contenedor, generando una densa humareda que dificulta la visibilidad y obliga a los profesionales a mantener distancias y a extremar la cautela para apagar las llamas.

La oposición convocada por el IVASPE en 2016 derivó en la constitución de una bolsa de 104 interinos sin plaza que han de superar un curso de 250 horas fundamentalmente práctico que abarca todos los ámbitos de acción: accidentes de tráfico, primeros auxilios, incendios forestales o rescate vertical. En la clase de Xàtiva, que se prolonga a lo largo de tres jornadas bajo la tutela del inspector jefe de formación José Vicente Lamirán, los participantes se habituan a bregar con las altas temperaturas y con la angustiosa sensación que genera el humo, desplegando técnicas de extinción en las que resulta vital saber controlar los gases y prevenir posibles llamaradas. Los cinco instructores que acompañan a los aprendices, divididos en grupos de 18 personas, les enseñan a coordinarse para avanzar agazapados y con mucho cuidado hasta el interior del contenedor, con la misión de erradicar el foco del incendio. Cuando la práctica acaba y comienzan a desprenderse del equipamiento, lo primero que buscan los bomberos son bebidas isotónicas. Están empapados y exhaustos.

Un grupo de sanitarios vigila la escena de cerca, preparados para intervenir si es necesario. Esto no es un juego. Los profesionales aspiran a uno de los reñidos puestos que en breve quedarán vacantes en parques como los de Xàtiva o Alzira, donde se esperan diversas jubilaciones en los próximos años. Y la carrera es ardua. El curso terminará el 10 de noviembre e incluye prácticas en los diferentes centros de formación de la provincia, que preparan a los interinos para pasar a la acción una vez sean asignados a un determinado destino, acortando su posterior periodo de adaptación.

Ampliación del parque de Xàtiva

En febrero, el consistorio de Xàtiva anunció la adecuación de las instalaciones del matadero a través de un taller de empleo, aunque la actuación se retrasa y, de momento, no tiene fecha oficial. La ubicación del complejo, contigua al parque de bomberos del polígono, ha influido en su elección por parte del Consorcio Provincial, que prevé ampliar esta última instalación. El centro albergaría varias aulas de formación y áreas para efectuar simulacros y otras prácticas. A largo plazo, el objetivo es convertir el matadero en un centro de referencia en el campo de emergencias.