Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un paraje salado en el interior

La causa de la salinidad del agua se encuentra en los minerales -sílice y caolín- que forman el peñasco

Un paraje salado en el interior

El turismo sostenible está de moda en el interior de la provincia de València, más si cabe con las diversas actividades que cada pueblo desarrolla para atraer el mayor número de visitantes. Una de las poblaciones más activas en este sentido es Andilla. La localidad de la comarca de Los Serranos realiza una vez al mes una ruta en la que se descubren lugares desconocidos para la mayoría de los valencianos. Uno de los escondites que guarda su término es el Paraje de Oromar, el cual esconde una característica difícil de encontrar en una zona de interior, el agua de su charca es salada.

En época de lluvias, una cascada salada cae desde lo alto del peñasco donde se ubica la acequia del Barón. La explicación de que uno de los recursos hídricos de Alcublas esté salinizado tiene un motivo natural. Las pozas que se sitúan a la altura de la acequia -es decir en la parte superior de la loma- han ido filtrando agua por el subsuelo hasta crear un pequeño agujero con el paso del tiempo. Esta agua se desliza por una pared formando la cascada natural, sin embargo los causantes de la salinización son algunos de los minerales que forman el terreno, el sílice -óxido de silicio- y el caolín -conocido como arcilla blanca-.

El paraje se fue creando gracias a la acción erosiva del arroyo que hoy apenas existe. Por ello, para descubrir la cascada salada de Alcublas hay que coincidir con los periodos lluviosos o de precipitaciones torrenciales, aunque según señalan fuentes municipales en el pasado el torrente debió de ser más caudaloso para poder realizar la acción erosiva que contempla en la actualidad. El agua actuó como efecto disolvente sobre la roca caliza -otro de los materiales que forman la loma- originando los relieves redondeados por la disolución del carbonato cálcico de este material. En la actualidad, el arroyo brota del fondo del barranco y en él hay una pequeña charca a la base del peñasco.

No todo es agua salada

Presidiendo el paraje se adivina un arco del acueducto medieval que servía para dar cobijo a la Acequia del Barón. llamada así porque fue propiedad del Barón de Andilla.

Además de la particularidad de la cascada de agua salada, el paraje está rodeado de una flora única por el peculiar régimen de insolación y humedad característico del enclave. Entre las especies que se encuentran hay árboles de ribera como los fresnos, álamos, almeces y olmos. Junto a esta vegetación, multitud de arbustos. Son los típicos del clima mediterráneo como el majuelo, el rosal silvestre, el llentisco o la coscoja. Asimismo también hay otros matojos característicos de zonas ribereñas como zarzales, juncos, eneas, carrizos o sauces arbustivos.

En las paredes húmedas del fondo del barranco se pueden encontrar plantas acuáticas como musgos, hepáticas y helechos. La hiedra que rodea árboles y rocas, completa la vegetación del paraje natural.

El Paraje de Ojomar es uno de los puntos por el que este domingo pasarán los participantes de la ruta medieval -con elementos mozárabes y del siglo XV-, incluida dentro del programa «SendeAndo Andilla».

Compartir el artículo

stats