Nunca se habían dedicado de forma profesional a asistir a personas con dependencia, pero Maribel, Sandra, Carmen, María José y María Luisa decidieron responder a la llamada del ayuntamiento de su pueblo, Gestalgar, que las animó a emprender. Con apoyo también de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales y la Diputació de València, pusieron en marcha hace un año la primera cooperativa de mujeres de ayuda social a domicilio de la provincia.

Cuentan que los inicios no fueron fáciles, pero el camino andado les merece mucho la pena. También a los siete vecinos del municipio que reciben cada día su atención y sus cuidados. Vicenta es una de ellas. Tiene 87 años, es totalmente dependiente y vive con Elías, su marido. Él y sus dos hijos cuidan de ella, pero necesitaban ayuda profesional. "Carmen es para mí como una hija más. No puede atender mejor a mi mujer", dice Elías.

Elisa es otra de las vecinas del pueblo que solicitó los servicios de la cooperativa. Lleva a sus espaldas unas 30 operaciones y su movilidad reducida le ha obligado a adaptar su vivienda y a comprar una silla motorizada para poder salir de casa. María José acude cada mañana para ayudarla a levantarse y a asearse. "Soy incapaz de quedarme encerrada lamentándome. Me gusta estar activa, dentro de mis limitaciones. Gracias a la ayuda que me da María José tengo un respiro diario", cuenta.

Formación necesaria

Maribel, Sandra, Carmen, María José y María Luisa recibieron varios cursos antes de poner en marcha la cooperativa. "Partíamos de cero", dicen. Sólo María José había tenido una primera experiencia cuidando durante varios años a su madre.

La primera formación fue en torno al empoderamiento. "Teníamos muchos miedos e inseguridades. Con este taller salimos reforzadas", dice Carmen. En el segundo curso, que duró unos seis meses, aprendieron todo lo relativo a la atención y cuidado de personas dependientes. Estos talleres formativos los realizaron con ayuda de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales y la Diputació de València, que coordinó las clases.

Además de la formación teórico-práctica, la corporación provincial ayudó a las cinco integrantes de la cooperativa a que conocieran de primera mano una experiencia similar. Es por ello que les concedió una subvención para que visitaran durante unos días Alburquerque, en Extremadura. Allí, un grupo de mujeres ya habían puesto en marcha una sociedad, la Cooperativa de Servicios de Proximidad Seralbu de Alburquerque (Extremadura), que nació en 2008 con cuatro socias y cuenta ahora con más de 30 cooperativistas.

El área de Bienestar Social que dirige Mercedes Berenguer ha estado desde el principio atenta a la experiencia de Gestalgar. "Les asesoramos sobre cómo constituirse como cooperativa y qué pasos tenían que dar", asegura la diputada, quien añade además dos ventajas: "Ayuda a que puedan seguir viviendo en el pueblo y no tengan que mudarse por trabajo, al mismo tiempo que cubren una demanda que existe y que, en este caso, es el cuidado y atención a personas mayores".

Próximos pasos

Ignacio Marzal, concejal de Gestión Ciudadana, Turismo y Sanidad del Ayuntamiento de Gestalgar, explica que la intención es que este servicio sea supramunicipal. "Que se extienda a municipios de la comarca y, al mismo tiempo, se aumenten los servicios", explica. De hecho, dicen las integrantes de la cooperativa que su próximo objetivo es realizar un curso de catering. "Queremos aprender a cocinar y a gestionar el reparto entre los usuarios que lo soliciten. La demanda existe", aseguran.