La Granadella siempre renace. Ahora se cumplen dos años del terrible incendio que arrasó 812 hectáreas de este monte público de Xàbia. El paisaje ha cambiado como de la noche al día. Hace dos años la montaña todavía humeaba. Era un desierto de cenizas. La vegetación ha rebrotado con fuerza (sobre todo en septiembre y octubre de 2017). Ahora tapiza de verde un paraje litoral que forma parte del LIC de Penya-segats de la Marina y que esconde auténticos tesoros botánicos. Aquí florecen la Convolvulus valentinus, de flores azules, y la Micremeria inodora, de pétalos rosa, dos plantas singularísimas.

«La rebrotación es buena», afirma el biólogo Jaume Soler, de la empresa Serveis Ambientals Marina Alta, quien dirige junto a los técnicos municipales la regeneración de la Granadella. Este monte ha sufrido incendios repetitivos y devastadores. En 1941, ya ardió de punta a punta. En el año 2000, el fuego volvió a arrasar el paraje. Y el desastre de hace dos años se veía incluso venir. Se habían formado densos bosques de pinos jóvenes y el perímetro de la montaña protegida está tan antropizado (hay miles de chalés) que una negligencia (el detonante fue una colilla arrojada en un mirador de la Cumbre del Sol) llegaría tarde o temprano.

El fuego devastó la Granadella. Pero esta montaña siempre resucita. Con todo, Jaume Soler advierte de que ya han detectado algunos «síntomas» de degradación del suelo y de avance de la vegetación preestépica. Los incendios transforman los hábitat. Destruyeron la maraña de pinos. Y ahora hay que controlar que no se produzca una nueva explosión de pinares jóvenes y altamente combustibles. Otra planta oportunista a la que hay que pararle los pies es la aliaga ( Ulex parviflorus), aliada también del fuego.

Por contra, las especies que ya han rebrotado con fuerza y que acrecientan la riqueza botánica de la Granadella son el lentisco, la coscoja, el aladierno o el madroño. Jaume Soler aboga por hacer podas de formación en estos matorrales y por favorecer también los hábitat de acebuches, algarrobos y labiérnagos. Este último arbusto (la Phillyrea angustifolia, emparentado con el olivo y el acebuche) tiene en este monte litoral de Xàbia su población más destacada en la Marina Alta.

El biólogo, que en los próximos días ofrecerá junto a los técnicos municipales una charla sobre la regeneración de la Granadella, afirma que este paraje, por su situación fronteriza entre el norte más húmedo y el sur más seco de la Comunitat Valenciana, por los incendios repetidos que ha sufrido y por su riqueza botánica es un «excelente laboratorio para estudiar la evolución de los hábitat mediterráneos tras los fuegos». Otra variable a tener en cuenta es la del cambio climático.

Jaume Soler también advierte de que ahora se plantea un dilema. Las actuaciones tras el incendio, con la retirada de los pinos calcinados, han mejorado la rebrotación y han dado luz al ceniciento paisaje. Ahora hay que decidir si se deja la montaña a su suerte o se opta por «una regeneración asistida» que favorezca que los arbustos rebrotadores junto a acebuches, madroños y labiérnagos, especies más resistentes al fuego, reconquisten (era el bosque relicto antes de la invasión del pino) la Granadella.