El crucero de lujo SeaDream I, con bandera de Bahamas, tiene querencia por Dénia. Se arrima (eso dice su compañía) a «puertos pequeños e íntimos» del Mediterráneo, las islas griegas, el Caribe y Bahamas. La dársena dianense se ajusta a esa descripción. Los pasajeros, un centenar, desembarcan en lanchas, ya que este puerto va muy justo de calado. Pero no es un problema. También cuando el SeaDream hace escala en la coqueta San Sebastián sus viajeros llegan a tierra en botes. El deseado turismo de cruceros ha llegado a Dénia sin mucho calado. No hace falta explicar más.

El SeaDream, que tiene 105 metros de eslora y una tripulación de 90 personas (un tripulante prácticamente por crucerista) fondeó ayer por cuarta vez en lo que va de año en aguas dianenses. En mayo, los pasajeros sí que se animaron a descubrir la ciudad. Luego, en la escala del 30 de julio, apretaba el calor de lo lindo y la mayoría optó por quedarse a bordo. Estas visitas en plena temporada turística pasan medio desapercibidas. La ciudad bulle de turistas. Que un puñado de cruceristas se deje caer por Dénia prácticamente ni se nota. Pero en temporada media, como ahora en septiembre, estos turistas de alto poder adquisitivo (la mayoría de los pasajeros son estadounidenses y de países nórdicos) sí hacen más bulto.

El crucero de lujo fondeó ayer tras suspender la escala que tenía prevista el pasado 10 de septiembre. Entonces el temporal impedía arriar los botes. Ayer, en cambio, el día era radiante. Del centenar de tripulantes, al mediodía ya habían desembarcado entre 70 y 80.

Lo curioso es que estos cruceristas, nada más pisar tierra, deciden mayoritariamente subirse a una bicicleta. Dénia es una ciudad ideal para pedalear. En bici, recorren les Rotes y les Marines. También caminan por la calle Marqués de Campo. Pero les tira más rodar por el litoral. El turismo de cruceros y el de la bicicleta se dan la mano en Dénia. Feliz alianza.