Inmersa en la comarca de la Serranía, a unos 70 kilómetros de distancia y a poco menos de una hora en coche del cap i casal, la provincia de València cuenta con una «maravilla rural». Se trata del municipio de Chelva, al que los internautas han concedido esta distinción a través de una encuesta realizada por el portal web HomeAway en la que se buscaba las siete maravillas rurales de España de 2018.

La candidatura de Chelva ha resultado la segunda más votada del concurso tras obtener el favor del 10,6 % de los más de 11.000 participantes que han emitido su voto. Tan solo el municipio cacereño de Robledillo de Gata ha superado al valenciano, con el 19,5 % de los votos. Por detrás de ambos, pero también entre las siete maravillas rurales escogidas por el público, se encuentran Ribadesella (Asturias), Vejer de la Frontera (Cádiz), Valderrobres (Teruel), Carmona (Sevilla) y Nájera (La Rioja).

De esta manera, los participantes en la encuesta han dejado patente el poder de seducción de la llamada por algunos «pequeña Toledo valenciana». En sus calles, divididas en tres barriadas históricas bien diferenciadas, los visitantes pueden ver cómo las distintas civilizaciones que han habitado Chelva han dejado allí su huella.

La impronta musulmana queda patente en el barrio andalusí de Benacacira, que con sus empinadas y angostas calles evoca los tiempos en que el zoco y la mezquita copaban la vida pública en la capital de la Serranía.

El paso al barrio judío del Azoque permite ver las calles que los vecinos hebreos de Chelva habitaron en su día, cuyo trazado original y sus vías estrechas todavía permanecen hoy en día pese al paso de los siglos.

Ya fuera del antiguo recinto amurallado se halla el barrio del Arrabal, donde se asentaron los moriscos y los cristianos que llegaban a la ciudad y donde se construyó la mezquita de Benaeça que, a merced de los cambios de la religión mayoritaria, se convirtió en la ermita de Santa Cruz y, más tarde, en el siglo XVII, en la ermita de los Desamparados.

Patrimonio y Ruta del Agua

Pero a los visitantes que han llevado a considerar Chelva una «maravilla rural» no solo les han cautivado las calles y los enclaves de sus tres barrios históricos. Un amplio abanico de patrimonio arquitectónico y natural, amén de distintos senderos y rutas planificados, atraen cada año a miles de visitantes al corazón de la Serranía.

La majestuosa iglesia arciprestal de Nuestra Señora de los Ángeles (s. XVII) preside la plaza Mayor, desde donde se puede iniciar la llamada Ruta del Agua. Un sendero guiado con señales y paneles informativos permite a vecinos, visitantes y viajeros «perderse» por Chelva siguiendo el sonido del flujo del líquido que da vida a esta ciudad.

El recorrido lleva a través del río Chelva, el principal afluente del Turia, hasta lugares singulares como Molino Puerto, la Playeta, el Paso de Olinches, el Acueducto de Peña Cortada -una impresionante construcción hidráulica romana datada entre los siglos I y II d.C.-, las Cuevas del Montecico o la Fábrica de la Luz. Todos ellos presididos por el santuario del Pico del Remedio, que domina desde las alturas todo el lugar.